CAPÍTULO 17

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AMALIA

En la vida me he encontrado con muchas chicas, de todo tipo, muy interesantes, peculiares y algunas que desearía no haber conocido nunca. Pero entre todas, nunca encontré a alguien que me hiciera sentir que vale la pena luchar por algo llamado amor.

Puedo decir con certeza que nunca he sido de las que liga con alguien o que se preocupa demasiado por otra persona. Nunca soy yo la que se acerca primero, ellas se acercan a mi, yo doy las señales para que me miren y si ellas se acercan, es un logro más para mi, pero, ¿que pasa cuando soy yo la que ve a la chica?, porque llevo más de una hora observándola dormir a mi lado y es una sensación tan terrorífica.

Hace unas horas volvimos de dejar a Abbie en el aeropuerto, Nathalie se quedó dormida casi al instante, pero esta sensación extraña no me deja dormir tranquila.

Acerco mi dedo índice a su rostro y recorro su silueta sin llegar a tocarla. Su color piel canela es algo que siempre he admirado, según ella, es lo único que heredó de su abuela. Y si porque sus ojos son de un color muy peculiar, se ven de un verde grisáceo que no había visto antes.

Justo abre los ojos y me mira por unos segundos, pero vuelve a cerrarlos.

—¿No puedes dormir? —balbucea.

—Tengo insomnio.

—Yo si tengo sueño, te pasaré un poquito —se acerca más a mi y abraza mi cintura dejando su rostro muy cerca del mío.

Vuelve a quedarse dormida y su respiración calmada es lo que hace dormir.

Por la mañana me levanto con cuidado de no despertarla. Tomo mis cosas y salgo de la habitación, al bajar me encuentro con su padre que me ofrece café, pero debo volver a mi casa.

Desde el primer momento en que mire a Nathalie, supe que las cosas se me irían de control si se acerca a mi, aunque para mi decepción, no fue de la manera en la que pensaba y de igual manera termine viéndola de otra manera que no debería porque ella me ve como su amiga.

Odio a Abbie por haberla traído a mi vida.

He continuado saliendo con más personas, pero apenas ella aparece, esas ganas de estar con alguien más se van. Si Nathalie me llama, no lo dudo un segundo antes de ir hacia ella, sin importar lo que esté haciendo, siempre voy a ella.

Charlotte ya está pagando por haberla hecho llorar. Mi abogado se encargó de meter una denuncia en su contra por acoso y por haber intentado drogarla. Ella quiso contra atacar con la golpiza que Abbie le dio, pero nadie la vio hacerlo y las únicas testigos negamos por completo las acusaciones.

La universidad está a punto de quitarle la beca por la mala imagen que está dando como alumna y por su conducta agresiva luego de que algunos maestros suyos también la denunciaran por sus faltas de respeto y vocabulario agresivo.

Por esa razón he estado asistiendo a su universidad con ella y con Abbie. Esra me deja estar con ellas en sus clases, aunque realmente me importe un comino, Abbie se concentra en ella y yo me concentro en Nathalie.

No veo a Nat en las siguientes dos semanas porque mi padre me pidió viajar a Canadá para una reunión en la que él no quería estar con sus accionistas. Al menos él sabe que mi capacidad para manejar su empresa, no interfiere con mi vida privada y lo que sea que haga fuera de su vista.

A la hora de comportarme como una socia, mi actitud cambia por completo y la chica rebelde se queda atrás. Se que mi futuro depende de lo que haga ahora con mi vida laboral, pero también me gusta la vida que llevaba, hasta ahora. Estoy odiando lo que he sido, quizás por eso Nathalie no puede verme de otra manera, quizás se quedo con el concepto de la primera impresión que le di.

El mejor de mis erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora