CAPÍTULO 33

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ABBIE

Observo por la ventana y no puedo evitar que mi vista se nuble, mi corazón se siente vacío. Cierro los ojos para evitar que las lágrimas salgan, pero mi barbilla tiembla, la señal de abrochar los cinturones aparece, con manos temblorosas lo hago y suelto un suspiro al ver que el avión se aleja de la plataforma.

Todo estaba bien, todo tenía que seguir así, ella no tenía que aparecer, Esra no debió ver ese video nunca, yo no debí enfrentarme ella, ella ganó, me quede sin Esra y ahora ella tiene el camino libre.

—Todo irá bien —Lía sostiene mi mano y sonríe —ella no te merecía.

Trato de mantener el contacto, pero me quema, porque no es la mano de Esra la que sostengo, así que de manera sutil la suelto para arreglar mi cabello. Ella me observa con su cabeza apoyada en el respaldo y me esfuerzo por sonreírle.

Mi mente trata de mantener la calma durante todo el vuelo, trato de poner mi mente en blanco, pero el último mes se repite en mi cabeza como un bucle que me atrapa, haciéndome revivir una y otra vez los errores que cometí, mi propia mente se encarga de castigarme por lo que hice, pero debo relajarme, debo hacerlo por ellas.

Un mes antes

Despierto al escuchar las vibraciones de mi celular, veo la hora y son más de las dos de la mañana, el número no está registrado así que simplemente rechazo la llamada, pero un correo me llega.

"Responde la llamada, ¿quieres que ella vea esto?"

Archivo adjunto.
Un video de hace años, tenía diecisiete años quizás, no recuerdo bien. Pero ahí está esa mujer, me tiene sentada en sus piernas y sostiene mi mano, me empina su cóctel y lo bebo por completo. Ella dice algo y claro que recuerdo lo que dijo "eso es, eso hacen mis putas".

Contengo las náuseas y me levanto con cuidado de no despertar a Esra, me voy hacia el baño y llamo a Amalia, ella responde algo somnolienta.

—¿Que pasa Abb?

—Salió de prisión —es lo único que digo y se que ella lo entiende.

—¿Estás segura? —su voz también suena asustada —. No... no me ha contactado.

—Me envió un video de esa noche —susurro.

—Abbie, trataré de hablar con mi padre, solo mantén la calma, no puede haber salido, debería refundirse en prisión.

—Quiere que responda su llamada.

—No, Abbie, si respondes tratará de manipularte de alguna manera, sabes cómo es y lo que hace.

—Tengo miedo —soy sincera de lo que estoy sintiendo, del pánico que me genera lo que pueda hacer en venganza a lo que le hicimos.

—No dejes que domine tu mente, ya la enfrentaste una vez y mira a donde la mandaste, nada sucederá.

¿Nada sucederá?

Mi cuerpo tiembla por el terror que me causa lo que ella pueda hacernos a las dos, la tía de Amalia no es alguien con quien uno quiera compartir un momento, Amalia estuvo sometida bajo su yugo durante muchos meses, las cosas que la hizo hacer, lo que le hacía a las otras chicas... es simplemente abrumador. No quiero recordar esa noche, la única vez que estuve cerca de ella, la noche que sus manos tocaron mi cuerpo...

La bilis se asoma por mi garganta y me acerco al retrete para expulsar todo lo que me causa ese recuerdo. Quizás hicimos mal, pero de no haberlo hecho, Amalia no sería quién es ahora y las demás chicas que le servían... ellas no serían libres.

El mejor de mis erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora