XI

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Mis pisadas hacían eco por toda la estancia mientras me adentraba en lo que Levi llamaba la sala de entrenamiento. La sala se dividía en tres partes. La primera que aparecía nada más entrar tenía un tatami en el centro donde Levi me enseñaría a combatir cuerpo a cuerpo. El suelo y las paredes eran blancos y dos ventanas situadas en la pared del fondo dejaban entrever el jardín trasero. Cerca de los extremos de la sala había material de entrenamiento tanto de gimnasio como de algunos deportes como el boxeo. La puerta de cristal de la pared izquierda llevaba a otra sala enorme sin salida, donde un sinfín de estanterías acristaladas guardaban armas en su interior. Como armas de fuego, cuchillos, entre otras. La última sala, la del extremo derecho, contenía una sala de tiro de interior.

Después de que Damien y sus hijos me pillaran espiando, me habían ordenado que siguiera a Levi, él me entrenaría por una semana y tras eso me embarcaría en la misión. No podía evitar sentir un nudo en mi estómago, aún no era consciente de lo que acababa de aceptar.

—Solo vas a tener una única semana para aprender, por lo que vas a tener que prestar mucha atención si quieres sobrevivir —dijo Levi, haciendo que dejara de contemplar las armas para mirarlo a él.

—¿Por qué has hecho esto?

—¿A qué te refieres? —me preguntó enarcando una ceja.

—Pues a presentarme como opción de espía.

—¿Querías que te dejara morir ahí mismo? Porque lo hubieran hecho, te hubieran matado.

Su cara me escrutaba como queriendo decir: "vaya desagradecida". Pero en el fondo yo sabía que daba igual, me iba a infiltrar en un lugar rodeado de criminales muy peligrosos y yo no tenía ni idea de defensa, ataque, ni nada similar. Me tomé unos segundos para pensar, igual no debería estar tan hosca con él, a sabiendas de que era el único que podría ayudarme a que no me mataran durante la misión. Misión que ahora era un nuevo obstáculo en mi plan de huida. Por eso mismo debía estar tan enfocada en completarla con éxito. Una vez hecho el trabajo, podría retomar mi verdadero propósito: escapar por los túneles de esa mansión.

—¿Empezamos? —le pregunté, a pesar de que no tenía ganas de pelear.

Levi asintió y regresamos a la sala central. Me indico que me situara en el tatami. Empezaríamos con el combate cuerpo a cuerpo.

—Quiero ver como te mueves. Te atacaré y tú tendrás que esquivar. Después veremos tus ataques.

Su cuerpo estaba en posición de ataque. Ya no llevaba la misma ropa que cuando me descubrió espiando en el despacho de Damien. El traje había sido sustituido por unos pantalones militares negros, unas botas negras cómodas y resistentes y una camiseta de manga larga, también de color negro.

Mi uniforme, el cual ya no volvería a usar jamás, también había sido cambiado por ropa mucho más cómoda y específica para entrenar. Llevaba un mono negro que se me ajustaba al cuerpo como una segunda piel. Elástico y ligero. Me había recogido el pelo para que no me molestase y llevaba puestas unas botas muy parecidas a las de Levi.

Me situé frente a Levi y comencé con el entrenamiento. Intentaba esquivar cada golpe suyo, pero él era mucho más ágil y rápido que yo. De veinte golpes suyos esquivaba tan solo uno y por pura suerte. A los cinco minutos yo ya estaba agotada, adolorida y empapada de sudor, nunca había sido muy atlética. Pero Levi estaba como si nada, ni siquiera se le deshizo el pelo engominado hacia atrás. Para él lo que acabamos de hacer era tan sencillo como respirar.

—Si sigues así te matarán —sentenció con seguridad.

—Tampoco es que tenga que entrar y pegarles, ¿no? —dije entre jadeos.

AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora