XVI

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El sonido de la sangre goteando me despertó. Empecé a buscar con la mirada la fuente del sonido, pero no encontré nada. No hasta que me miré las manos. Estaban llenas de sangre y goteaban violentamente como si la sangre no se acabara. Miré al suelo, ya no estaba en la cama. Había un suelo blanco y frío de azulejos. Miré al frente, reconocí la estancia. Era la celda donde desperté aquel día de septiembre. La celda del lugar dónde me vendieron a los Volkov. Me acerqué al espejo. Ahí estaba yo, pero mi reflejo comenzó a hablar.

—Eres una asesina. ¿En qué clase de persona te has convertido?

—No... Yo no soy una asesina —comencé a llorar.

Me tapé la cara con las manos, manchándomela de sangre de forma inconsciente. Cuando me destapé la cara, vi mi reflejo sangriento en el espejo.

—Tú serás la culpable de mi muerte —dijo mi reflejo.

—Pero yo soy tú —repliqué.

—Tú ya no eres yo.

El espejo se enturbió y mi reflejo desapareció como las olas del agua. Cuando el espejo dejó de moverse, ya no vi mi reflejo. No había nada. Me acerqué lentamente, pero la cabeza del hombre al que maté salió del espejo profiriendo un grito y...


Mi cuerpo se incorporó violentamente. El sudor empapaba mi piel y mi pecho ascendía y descendía con locura. La pesadilla había sido tan real, que me quedé largo rato mirando a un punto fijo consternada. Unos golpes a la puerta me sacaron del shock. Era Levi, me dijo que Damien quería verme.

—¿Estás bien? —me preguntó Levi, al ver mi aspecto.

—Sí. Enseguida voy.

Regresé al interior y me di una ducha rápida. Me vestí con un conjunto de jersey y pantalón, de entre los muchos que Levi me había ido dando durante el tiempo que entrenamos juntos para que tuviera algo de ropa, y me dirigí al despacho de Damien. Al llegar solo me encontré con Damien y Levi. Damien me invitó a sentarme frente a él.

—Agatha —dijo con cara de gran satisfacción—. Has sido de mucha utilidad. Gracias a ti hemos descubierto qué planes tenían los Sokolov contra nosotros. Como ya habrás podido leer anoche, querían adueñarse de unos de nuestros hangares más importantes y venderlo todo. Pero les tenderemos una emboscada que no olvidarán nunca. —A medida que hablaba, su voz se tornaba más perversa.

—Le comenté a Damien todos tus avances, ya que anoche no pudiste sacarlos todos a relucir. Y tiene algo que proponerte —siguió Levi, el cual se encontraba sentado a la derecha de Damien.

—Así es. Después de pensarlo mucho, vi que tienes potencial. Con tan solo una semana de entrenamiento has conseguido hacer un muy buen trabajo. Es por ello que te propongo algo que no vas a poder declinar. —Damien se inclinó hacia delante en su silla—. Trabaja para mí. Sé una espía de los Volkov y no te arrepentirás. Además, te pagaré unas muy buenas cantidades de dinero. Te lo aseguro.

—¿Y si rechazo tu oferta?

—Bueno, Agatha—rio—. No creo que sea lo más conveniente. Ya sabes que tienes pocas opciones. En concreto dos. La primera es seguir siendo el juguete de mi hijo, sé la rabia que le dio tener que prescindir de tus servicios debido a tu entrenamiento. Pero si quieres puedes volver junto a él. Aunque no es eso lo que en realidad quieres, ¿cierto? —Su mueca llena de perversión me provocó un escalofrío—. Y la segunda opción es morir. Nada me asegura que si te dejo marchar no irás corriendo bajo la sombra de mis rivales. Por muchas promesas que me puedas hacer.

AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora