Agatha

XX

Los gritos de nuestro nuevo Brigadier nos ensordecían con cada vuelta que dábamos por la enorme pista de hormigón de la nueva sala de entrenamiento, destinada a los Shestyorkas de nivel 1, como nosotros. Había más cantidad de Shestyorkas que en el anterior pelotón. Nada más aterrizar, Gerasim, el Brigadier que nos instruiría a partir de ese momento, no hizo nada más que gritarnos y ordenarnos correr veinte vueltas.

—Si queréis ser Boyeviks tendréis que correr más rápido —nos regañó. Gerasim tenía aproximadamente casi cuarenta años, aunque su pelo rubio se mantenía libre de canas. Las facciones de su cara eran dulces, pero cuando hablaba, todo su rostro se contraía con la misma ferocidad de su tono de voz.

Ignaty, Eduard y Georgy estaban casi en cabeza, muy lejos de mí. Corrían como gacelas. Por otro lado, yo iba de las últimas. Aunque tampoco iba tan por detrás como cuando comencé a entrenar. Con la frente sudorosa y la espalda húmeda, acabé las veinte vueltas exhausta. Gerasim nos dejó cinco minutos para descansar, así que aproveché para saciar mi sed y calmar el ardor de mi garganta seca.

Apenas pude dormir nada esa madrugada. Mi mente había seguido en marcha hasta que llegó la hora de cambiarme y bajar al subterráneo. Justo como yo creía que ocurriría, estar atenta a las órdenes de Gerasim hacía que todo lo ocurrido con Crystal y Lukyan pasara a segundo plano. Despejar la mente era lo que más necesitaba en ese momento.

—Hoy han aterrizado nuevos Shestyorkas. Y me gustaría que pasaran al frente para que podamos conocerles —habló Gerasim. A pesar de su corta altura, imponía respeto y autoridad con tan solo una mirada.

Di un paso al frente, seguida de mis compañeros. Gerasim nos analizó como aquel que analiza un pedazo de carne en una carnicería.

—¿Dónde está la energía? Si correr solo veinte vueltas os deja así, no me quiero ni imaginar qué será de vosotros los primeros minutos de una guerra —habló.

Algunos de nuestros nuevos compañeros rieron, pero Gerasim les hizo callar de una sola mirada.

—Círculo —ordenó Gerasim, haciendo que el resto nos rodearan como aquella vez nada más entrar al entrenamiento con Robert—. Tres contra tres. Quien se mantenga en el suelo por más de tres segundos quedará eliminado. ¡Ya!

Muy a mí pesar, me tocó agruparme con Mikhail e Igor contra Eduard, Ignaty y Georgy. Cada uno pareció elegir a su oponente así que me puse frente al único que estaba disperso, Georgy. Al verme, se abalanzó hacia mí, pero le esquivé a tiempo. Sus puñetazos eran fuertes, pero no lo bastante rápidos, por lo que los esquivé todos. A pesar de que aún seguía sin poder esquivar los golpes de Levi, sus entrenamientos me habían servido para ser realmente ágil esquivando los ataques de cualquier otro que estuviera por debajo de él.

Georgy enseguida se cansó de dar tantos golpes al aire, por lo que no fue muy difícil tirarle al suelo de una patada baja. Intentó levantarse rápidamente, pero me abalancé sobre él. Gerasim expulsó a Georgy del grupo y yo fui directa a ayudar a Igor, el cual estaba a punto de perder a manos de Eduard. De una patada, liberé a Igor del agarre de brazos de Eduard y le ayudé a incorporarse.

Eduard me sonrió y se puso a dar vueltas por el acotado círculo. Yo comencé a imitarle, tratando de imaginar lo que estaba maquinando. En un despiste, se lanzó hacia mí. Pero Igor se interpuso entre los dos y le asestó una patada en el vientre. Eduard le respondió con una serie de duros golpes, haciendo que Igor trastabillara a punto de caer. Le agarré a tiempo y enseguida recuperó la compostura, aunque se notaba mucho más cansado que cuando empezó.

Cuando recuperó el aliento, Igor se abalanzó sobre Eduard, bloqueándole la pierna y el brazo derechos. A esas alturas, su energía había disminuido, por lo que si no hacía algo rápido, Eduard le mandaría al duro suelo. Corrí y me lancé para tirar a Eduard al pavimento. A falta de una pierna y un brazo, no fue muy difícil derribarle. Me mantuve sobre él el tiempo necesario, hasta que Gerasim le echó del círculo.