Capítulo 2.

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Luego de la universidad, Joe había dejado las fiestas de lado, pero ya que todo el equipo había sido invitado, terminó en la casa de una extraña solo porque sus compañeros le dijeron que se vería mal si el quarterback titular no asistía.

—Esto es asombroso, hay mujeres hermosas aquí —comentó Tee mientras bebía de su cerveza y veía a las chicas en la alberca.

—Gracias a Dios que somos solteros —siguió Ja´marr y su amigo solo rió negando —. Vamos, Joe, está noche debes ser Joe Cool ¿De acuerdo?

—Preferiría estar en el hotel, agradezcan que vine —respondió el mencionado.

La noche fue pasando y a diferencia de sus compañeros de equipo, el único sobrio era Joe, quien toda la noche había tomado solo agua.

Miró su reloj y era cerca de la medianoche, él sonrió debido a que solo tenía que esperar una hora más y podría irse.

Caminó dentro de la casa, saludando y hablando con algunas personas hasta que llegó a la cocina y desde ahí pudo ver a una chica, que se veía algo borracha, y que estaba tratando de quitarse a alguien de encima.

—Vamos muñeca, solo será un beso —fecía un tipo sobre Deva.

—Déjame, no quiero.

—Solo será uno —trató de acercarse más pero Joe lo detuvo posando su mano sobre su hombro.

—Ella dijo que no.

Aquel tipo al reconocer al quarterback decidió no meterse en problemas, por lo que solo levantó las manos en señal de derrota y se alejó.

—¿Estás bien? —le preguntó a Deva una vez que estuvieron solos.

La británica ya estaba lo suficientemente ebria como para reconocer o recordar rostros, sin embargo, en un momento de lucidez alcanzó a ver unos lentes Cartier que colgaban de la camisa de Joe.

—¡Oye, ladrón! —respondió y le arrebató los lentes —. ¿Por qué entraste a mi habitación?

—¿De qué hablas? Son míos.

—No, estos son míos —se los puso y le sonrió al jugador —. ¿Ves? Se me ven increíbles.

Aquella acción, en lugar de molestarlo solo le dio risa y algo de ternura, especialmente porque los lentes le quedaban grandes.

—Quizá te los puedo prestar un rato.

—¿Por qué me prestarías mis propios lentes?

—Parece que perdiste una zapatilla, cenicienta —notó el americano una vez que la detalló bien.

—Cierto, yo estaba buscando mi zapato, gracias por recordarmelo extraño.

Deva se dio la media vuelta e intentó caminar, pero se tambaleó y fue gracias al quarterback que no cayó al suelo.

—Creo que es mejor si te nivelamos primero —Joe se agachó y le ayudó a quitarse el otro tacón —. Si que eres pequeña —añadió viéndola desde arriba.

—Lo sé, todos me lo dicen.

—¿Dónde vas a buscar tu zapato exactamente?

—¿Por qué? ¿Me ayudarás a buscarlo?

—Claro, ¿Por qué no? —respondió encogiendose de hombros.

—Bien, vayamos al jardín.

Ella comenzó a caminar y realmente ya no tenía nada de equilibrio, así que él la tomó de la cintura para evitar que se accidentara.

A pesar de que parecían dos locos entre los arbustos, nadie de los presentes de la fiesta parecía ponerles atención.

—¿No has pensado en que tal vez tu zapato esté en la alberca?

—Por qué estaría ahí?

—Si no está en la tierra, seguro está en el agua.

—¡Oh!, por favor no vuelvas a decir eso.

—¿Qué? ¿Qué está en el agua?

—Odio como dicen agua aquí —y fue gracias a su pronunciación británica que el castaño comprobó que ella no hablaba así por el alcohol —. Descansemos —dijo Deva y se dejó caer en el césped para después acostarse.

No era un mal lugar para hacerlo, habían quedado relativamente lejos del ruido.

Joe sonrió, se quitó la chaqueta que llevaba para ponerla sobre sus piernas y también se acostó a su lado.

—¿No eres de aquí?

—¿Me delató el acento?

—Sí.

—Debí suponerlo.

—¿Europea?

—Así es.

—¿De qué parte?

—La mayor parte del año estoy en Manchester, Inglaterra.

—Sabes, ahora estoy un poco intrigado, ¿Cómo es que terminaste aquí? No me lo tomes a mal, pero no luces como una chica a la que le guste mucho este tipo de ambiente.

—En teoría es mi segundo día aquí en américa y vine porque mis padres tenían miedo de que mi depresión aumentara.

—Lamento escuchar eso, ¿Pasaste por algo difícil?

Deva se giró hacia él y por inercia Joe también lo hizo, por lo que quedaron cara a cara.

—Terminé la primera relación que tuve en mi vida y lo hice porque él me engañó —confesó y se tapó la cara al comenzar el llanto. Joe se levantó y también levantó a Deva para poder abrazarla —. Juro que no sé ¿Qué fue lo que me faltó?, es decir, yo siempre estuve ahí para él, lo apoyé en todo y al final nada fue suficiente —sollozó desconsolada y con intensidad debido al alcohol en su sistema.

—A veces las personas no saben valorar a las que de verdad lo merecen —trató de consolarla.

—¿Pero qué carajo le vio a Alexandra? —preguntó con desesperación —. Yo estudié en Oxford, mi familia es rica y literalmente lo acompañé a todas las carreras que podía —expuso con impotencia —. Mi única explicación es que mi cuerpo está mal —declaró con dolor  —. Alexandra es alta, delgada, su cabello es perfectamente lacio y castaño —se alejó de Joe y se puso de pie frente a él, por lo que el jugador se apoyó sobre sus brazos —. En cambio yo, mido 1.60, mi cuerpo es tipo pera porque tengo pechos pequeños, caderas anchas y muslos grandes, sin mencionar que mis rizos son demasiado rebeldes.

Ante aquella descripción, Joe solo la contempló creyendo en ese momento que era la chica más hermosa que había visto, aunque pronto se reprochó por pensar eso justo cuando ella estaba en medio de una crisis.

—No sé quién sea esa tal Alexandra, pero algo me dice que no se compara contigo.

—Lo dices porque seguramente estás igual de borracho que yo.

—Tal vez —susurró divertido.

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