Epílogo.

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4 años después.

Cincinnati, Ohio.

Deva estaba en su cocina realmente emocionada mientras decoraba dos pasteles con algunas chispas de colores.

-Amor, lo logré, aquí traigo las velas –Dijo Joe con una sonrisa mientras entraba por la puerta del jardín.

-Menos mal lograste hacerlo.

-Prometo que no volveré a olvidarlo.

-Bien, ahora, hay que ponerlas sobre los pasteles.

-Sí.

El quarterback abrió los paquetes y junto a su esposa las colocó, seguido de eso cada uno tomó uno y subieron las escaleras de su casa y caminaron por el pasillo de las habitaciones principales hasta llegar a la correcta.

-Tanti auguri a voi –Comenzó Deva una vez que se adentró a aquel cuarto.

-Tanti auguri a voi –Siguió Joe con una gran sonrisa.

-Tanti auguri cara Gigi y Navie –Cantaron a la vez los gemelos.

-Tanti auguri a voi –Terminaron los cuatro al mismo tiempo y las niñas se despertaron con una gran sonrisa.

-Es mi cumpleaños –Celebró Genevie.

-Y también el mío –Secundó Giselle.

-Sí mis niñas, hoy es su cumpleaños –Reafirmó su madre.

Debido a que las mellizas Burrow Bradbury solían dormir en una sola cama grande a petición de ellas, Deva se sentó del lado de Gigi, mientras que Joe lo hizo del lado de Nevie, les pusieron los pasteles frente a ellas y muy felices soplaron las velas.

-Siguen los regalos –Declaró Damian y se acercó con una bolsa para cada una –Yo los escogí, espero que les guste.

Ambas tomaron la bolsa y al mismo tiempo la abrieron, encontrando un par de vestidos hermosos.

-Yo les compré sus accesorios –Añadió Damon y también les dio un par de bolsas.

-Gracias hermanos –Agradecieron a la vez.

-¿Listas para el regalo de papá y mamá? –Preguntó Joe y ambas asintieron –Voy por él, ya vuelvo –Se levantó y salió de la habitación para después regresar con dos bolsas Chanel.

-¿Es la bolsa que vimos en la tienda? –Cuestionó Gigi con mucha ilusión.

-Espera, ¿Qué no tú querías una mochila? -Bromeó el ojiazul.

-Papá, yo quería la mochila –Replicó Nevie con el ceño fruncido.

-Oh lo siento, me confundí y los compré al revés.

-Joe, no tortures a nuestras hijas y dales su regalo –Intervino Deva con una sonrisa divertida.

-Tienes razón –Volvió a sentarse en la cama de sus hijas y les entregó las bolsas con sus regalos correspondientes –Feliz cumpleaños mis princesas –Se los entregó y ambas besaron las mejillas de su padre haciéndolo sentir el hombre más afortunado del mundo.

-Bueno, es hora de que se levanten de la cama para que se alisten y bajen a desayunar –Indicó la pelinegra –Sus hermanos les han preparado una sorpresa con mucho cariño, así que vamos, salgan de la cama.

Las niñas asintieron sonrientes y Joe se aseguró de resguardar los pasteles.

-Vamos niños, dejemos que las mujeres se arreglen entre ellas –Avisó el quarterback y los gemelos asintieron, para después salir detrás de su padre.

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