Capítulo 118.

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Luego de un viaje de cuarenta minutos, la pelinegra despertó debido a que Joe abrió su puerta y ella tuvo que acoplar su vista al sol.

-Hemos llegado, bonita.

-¿Dónde estamos? –Preguntó al salir y no ver nada a su alrededor, más que un campo grande y algunos árboles a los alrededores.

-Eso te lo diré después –Entrelazó su mano con la de ella y comenzaron a caminar.

Una pequeña carpa estaba montada y debajo había una manta, una canasta, almohadas y algunos juegos de mesa.

-Joe...

-Sé que actualmente estamos pasando por un mal momento en nuestras vidas –La abrazó por la espalda y recargó su cabeza en el hombro de ella –Pero el día que nos dieron la noticia de las dificultades de los gemelos, cumplimos once meses juntos y pensé que a pesar de todo aún había algo bueno –Sintió que el cuerpo de la pelinegra comenzó a temblar y seguido de eso se escucharon sus sollozos, por lo que la volteó y tomó su rostro entre sus manos -¿Qué pasa?

-Perdóname.

-Mi amor...

-Perdóname por haberte alejado, pero tenía miedo y aún lo sigo teniendo –Confesó ella y castaño ante sus palabras sintió las lágrimas en sus ojos y juntó sus frentes –Perdóname por no ser una buena madre.

-No digas eso –Respondió también con la voz quebrada –Eres y serás una excelente madre eso tenlo por seguro.

-Ni siquiera puedo hacer que mis bebés crezcan sanos –Siguió y abrazó a Joe con fuerza.

Por primera vez, ambos dejaron de lado aquella armadura de "fortaleza" y lloraron juntos.

Terminaron arrodillados en el suelo mientras el llanto de ambos era lo único que se escuchaba, al final del día, estaban juntos en eso, los dos tenían miedo, los dos estaban sufriendo y los dos necesitaban consuelo.

-Gracias por no dejarme, en serio te amo como no tienes una idea –Susurró Deva una vez que empezó a controlar su respiración.

-Yo te prometí que los iba a cuidar y proteger a los tres, y te juro que es algo que voy a hacer hasta el final.

-Te amo.

-También te amo.

Se besaron y los dos sintieron que la carga que estaba en sus hombros desapareció, porque ya no tenían que aguantar el peso de sus emociones solos, ahora lo harían juntos.

En cuanto sus respiraciones se calmaron y el llanto cesó, Joe le ayudó a sentarse y acomodó la comida en la manta.

-¿Es pizza margarita? –Preguntó emocionada.

-Así es y para mí, obvio de pepperoni.

-Gracias, Joe, en serio.

-Estamos juntos en esto ¿Sí? –Ella asintió y comenzaron a comer.

El quarterback sabía que el silencio total era algo que no le gustaba a su novia y por eso decidió poner la playlist que habían creado juntos donde se encontraban canciones que a ambos les gustaban.

Luego de comer y antes del postre, decidieron jugar una partida de ajedrez.

-Amor.

-¿Sí, bonita?

-Creo que debemos hablar sobre la recomendación de la doctora.

-¿Sobre mudarnos?

-Sí.

-No tengo problema con hacerlo.

-¿Qué?

-Digo, es obvio que no será de manera definitiva, pero quiero hacer todo lo que esté en nuestras manos para que ellos nazcan bien y si eso significa que deben hacerlo en Europa entonces que así sea.

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