Capítulo 109.

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02 de Mayo 2023.

Cincinnati, Ohio.

-Por fin, hogar dulce hogar –Suspiró Deva en cuanto entraron al departamento y dejó las bolsas que cargaba en la sala –Y con un clima perfecto.

-Amor, parece que se cae el cielo.

-Llevo mucho tiempo fuera de Inglaterra, esta lluvia es preciosa para mí.

-Sí tú lo dices, en fin, vuelvo pronto, voy por todo lo demás.

-Claro, yo voy a preparar un poco de té.

-De acuerdo.

Joe volvió a bajar debido a que, la fiebre de los gemelos era tanta que todo mundo comenzó a enviar regalos de todo tipo, y como ellos estarían fuera por mucho tiempo, todos los paquetes y bolsas habían sido enviados a su departamento en Cincinnati.

Deva decidió que quería primero cambiarse ya que había sido un vuelo largo y no quería estar con la misma ropa, así que se puso algo más cómodo.

Volvió a la sala y ya que a ella no le gustaba estar en silencio total, encendió el equipo de música que tenían así como la pantalla principal y reprodujo el álbum "The Car" de Arctic Monkeys, sonriendo en cuanto las primeras notas de "There'd Better Be A Mirrorball" se hicieron presentes.

Sin duda alguna, ella ya necesitaba ese pequeño descanso lejos del ruido de los motores de Fórmula 1 y el estrés de preparar sus notas a tiempo.

Entró a la cocina, puso un poco de agua a calentar y sacó sus tazas favoritas para así poder disfrutar de un buen té.

Media hora más tarde, el castaño se dejó caer en el sillón y su prometida sonrió con ternura.

-¿Dónde vamos a meter tantas cosas? –Preguntó él al ver las cajas en la sala.

-Ya no iremos acomodando.

-¿Quieres que abramos algunas cosas?

-¿Por qué mejor no pedimos algo de comer? Tengo antojo de comida china.

-Voy a pedirla entonces.

-Gracias.

-¿Qué estás haciendo? –Preguntó al verla con la tableta en la mano.

-Un drive que voy a compartir con nuestros amigos y familia, voy a poner en una tabla de Excel los regalos que nos dieron para tener un control, no vaya a ser que al rato tengamos más mamilas de las que vamos a usar.

-Siempre tan precavida y ordenada.

-Obvio.

-Por cierto, ¿Este mes cuándo nos toca consulta? –Preguntó en cuanto terminó de ordenar la comida.

-Hasta dentro de dos semanas, antes de irnos a Mónaco.

-¿Luego del concierto?

-Sí.

-Bien.

-¿Por qué?

-Solo para aprovechar que estamos aquí y también ir al círculo de padres.

-Me parece buena idea, y ahora que mencionaste lo del concierto ¿Lograste conseguir la suite?

-Sí, un amigo mío juega en los Filadelphia Eagles, así que no hubo mucho problema.

-Vale, entonces el fin de semana me coordinaré con las chicas, aunque aún estoy molesta por tener que ver a Taylor desde la suite, me hubiera gustado estar frente al escenario.

-El concierto dura casi tres horas, estarás mejor en la suite, además, a tus amigas no les molestó la idea.

-Al menos lo veremos juntas.

-¿Chris ya te confirmó?

-Aún no, pero espero que lo haga pronto.

-Está bien, me avisas para que nos coordinemos -Volvió a ver su celular y sonrió - según la aplicación, debido al clima, nuestra comida llegará al menos en cuarenta minutos, así que iré a darme una ducha rápida.

-Está bien.

El castaño se levantó y caminó entre las cajas y bolsas, luego se adentró al pasillo de habitaciones y se detuvo en una, la abrió y sonrió al pensar en que tal vez pronto comenzarían a remodelarla para convertirla en la habitación de los bebés.

Él tenía la ilusión de pintarla junto a Deva y tal vez armar una cuna junto a su padre, aunque conociendo a su prometida, lo más seguro es que terminarían buscando ayuda de un decorador, y no le molestaba la idea, al y al cabo ambos solían estar ocupado, él aceptaría todo siempre y cuando ambos estuvieran presentes en el proceso.

Cerró la puerta y siguió su camino, dejó el celular en su cama y aprovechó para acostarse un rato.

A pesar de que el año pasado también había estado acompañando a Deva en los GP, jamás se imaginó que viajar por medio oriente sería más agotador que hacerlo por Europa, además el viaje hasta Australia y los diversos eventos a los que habían estado asistiendo ya lo estaban dejando realmente agotado. Por eso admiraba a la pelinegra, ya que ella lo había hecho con todo y embarazo.

Tomó de nuevo su celular y entró a ver su calendario, los OTA'S de esa temporada estaban programadas para el 5 de junio y al menos ese año, no podía darse el lujo de faltar tal y como la vez pasada, principalmente porque en el Draft habían reclutado a Andrei, un nuevo receptor, pero también porque no le parecía justo "abusar" de la confianza que Zac le tenía.

-Deva me va a matar –Suspiró al comparar su calendario con el de ella y darse cuenta de que, para esa fecha, aún quedarían cinco carreras más antes del receso de verano.

A Joe le preocupaba como se iban a organizar en el futuro, especialmente porque aún faltaba cuadrar muchas cosas con los bebés.

Su cabeza comenzó a doler, por lo que se levantó, dejó su celular de lado nuevamente y entró al baño, buscando un poco de paz bajó el chorro de agua.

Mientras tanto, en la sala, Deva no pudo resistirse y comenzó a abrir algunas bolsas, llorando al instante al ver la pequeña ropa que sus amigos habían empezado a mandar.

El interfono del edificio sonó y ella se levantó para contestar.

-¿Sí?

-Señorita Bradbury, hay alguien aquí que busca subir.

La pelinegra suspiró ya que seguro a Joe se le había olvidado avisar que les llevarían comida.

-Está bien, deja que suba.

-¿Está segura?

-Sí, los estábamos esperando.

-De acuerdo.

Volvió a sentarse en la sala y siguió sacando más ropa.

Joe salió del baño, se cambió y volvió a tomar su celular, sin embargo, frunció el ceño al ver que tenía varias llamadas perdidas de Morgan y Logan.

-Amor, ¿De casualidad Morgan no te llamó? –Preguntó al entrar a la sala, pero se detuvo al ver la ropa.

-¿Qué dijiste? No te escuché bien.

-Olvídalo –Respondió con una sonrisa y se acercó a ella –Creí que querías esperar.

-No pude hacerlo, mira que bonitos mamelucos –Canturreó y se los mostró.

Joe los tomó entre sus manos y le parecía irreal lo pequeños que serían.

-No sabes cuánto te amo –Besó su frente y ella sonrió.

Tocaron el timbre y ambos salieron de su burbuja de ternura.

-Es la comida, hace rato llamaron para que los dejara subir.

-Qué raro, yo avisé que vendrían, no importa, iré a abrir.

El timbre volvió a sonar y ellos se miraron extrañados.

-Seguro el repartidor lleva prisa, apúrate a recibir la comida, además tus hijos y yo estamos hambrientos.

-Claro.

Joe se levantó y caminó hasta la puerta, sin embargo, se llevó una sorpresa al hacerlo.

-¿Es cierto? ¿Ella está embarazada?

-¿Olivia? ¿Qué haces aquí?

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