𝗗𝗘𝗞𝗨𝗧𝗢𝗗𝗢 || OneShot's/Drabbles

¡Tengamos otro!

› AU omegaverse
› M-preg
› Humor/fluff/soft/r18
› AU adult
› Sin quirks

Izuku y Shōto cayeron con cansancio en el sofá, tanto que podrían dormirse fácilmente sin más.

No creyeron que tener una hija fuera tan difícil.

—Dios, estoy tan cansado..

—Sí, no esperaba algo como esto, pero... ¡Ella es tan linda y adorable, y se parece tanto a tí por las pecas! —exclamó Shōto con alegría, recordando lo linda que se veía su hija con aquellas pecas por todo su rostro.

Katsuki la había bautizado como “Deku junior” debido a que en el parto había llorado y el parecido entre Izuku y ella era tan grande que podrían confundirlos fácilmente. Excepto que Shia es niña.
Claramente el pecoso se había sentido ofendido ante aquél comentario por parte del alfa cenizo, pero lo disimulo.

Después de un duro día, la pequeña peliverde con hebras blancas se había quedado finalmente dormida. Y aunque fuera algo chillona al igual que Izuku, también se veía bastante tranquila durmiendo, lo cual seguramente heredó de Shōto.

El alfa rió ante sus palabras, negando con la cabeza.

—¡Ya sé, tengamos otro! —Shōto se lanzó a abrazarlo con ojos de cachorrito, rogándole con la mirada.

El rostro de Izuku se puso tan rojo como un tomate, pero luego de reír nerviosamente y estar más tranquilo, respondió:

—¿Estás tratando de seducirme?

Sí, eso fue lo único que salió de su boca.

—Bueno, tal vez sí. Aunque, ya no soy tan joven como antes y...

—Shoō.. —Izuku se acercó con una sonrisa recostándolo en el sofá con la cabeza apoyada en el posabrazos.

Shōto se sonrojo ante aquello, pero no hizo nada para detenerlo, al contrario, se dedicó a observarlo con atención,

Izuku pasó ambas manos por sus muslos, lo cual causó un estremecimiento en Shōto.

—Solo mira estos lechosos y deliciosos muslos —musitó en un tono suave, pero tan, tan ronco a la vez—, estas exquisitas curvas —sus manos pasaron a sus caderas, subiendo por su cintura mientras sonreía coqueto al notar la reacción de Shōto: había soltado un suspiro pesado que fue suficiente para confirmar que le estaban gustando aquellos toques.

—Izuku...

—Este redondo trasero que tanto amo —eso fue suficiente para hacerlo sonrojarse hasta las orejas, había sido su turno de ponerse nervioso.

Claro, a veces Izuku puede llegar a ser desvergonzado.

—Y este suave cuello.

Las cosquillas no se hicieron esperar cuando el pecoso dirigió su rostro hacia su cuello, restregando su nariz contra la piel blanca, ya sabiendo que aquél lugar le causaba cosquillas al bicolor.

—¡I-Izuku, jaja!

Sin embargo, la diversión no duró mucho. Pues en cuestión de segundos, se escuchó el llanto de una infante en el otro cuarto.

Y así fue como se separaron con cansancio.

—Creo que mejor lo dejaremos para otro día.

—Sí, vamos..

Tener una bebé era genial, pero soportar los primeros meses no.