—Realmente no tenías que hacerlo, podía sola.
—No seas modesta abuelita, sabes que te ayudaría en lo que pueda.
Haciendo una mueca resignada, la anciana suspiró y le dio unas suaves palmaditas. El hombre se rascó la nuca.
—A cambio... ¿me darías del postre que hiciste esta noche?
—¡Así que es por eso!
Riéndose, Dominic cargó entre sus brazos tres grandes cajas y luego las montó en el auto de mudanzas. Cuando hubo acabado, la mujer salió de la casa con una bolsa entre las manos. Valia totalmente la pena.
—¿Y tú compañero Freddy?
—En el gimnasio —rezongó, abriendo la bolsa que le había dado. Era un envase frio de postre de limón jugoso y esponjoso—, ya sabes, él realmente no puede faltar.
Metiéndose a la boca una gran cucharada, el hombre vio a la mujer dirigirse a su casa de nuevo. Cuando regresaba, traía en sus manos otro postre.
—¿Y esto? ¡¿Es para mi-
—¿Tú compañero? —dijo—. Sé que los dos están trabajando muy duro.
—No te preocupes tanto, desde que nos relegaron al mandato del primer hijo las cosas han estado tranquilas.
—¿En serio?
—Sí, incluso nos da días libres y todo.
Un poco más aliviada, la anciana terminó por darle algunas instrucciones al hombre de mudanzas y se montó en el carro. Cuando se iba, volvió a pedirle a su nieto que por favor se siguiera cuidando.
Dominic la tranquilizó diciéndole que la cosas seguirían como de costumbre.
*
Desde que se había vuelto compañero de Freddy las cosas habían estado tensas. El hombre era conflictivo y egocéntrico, y como sus personalidades eran tan distintas, terminaban teniendo pequeñas disputas. Además de eso, un tal Stephenson les había dado como consejo que vivieran juntos, ya que según él su relación no podía afectar el trabajo, y como parecía ser el portador de la voz de su jefe ahora, accedieron sin chistar.
Podía resultar beneficioso, pero muchas veces ninguno de los dos se aguantaba. Por ejemplo, Freddy roncaba en la noche, Freddy era un quisquilloso con la limpieza, y Freddy no dejaba de estar celoso de sus músculos.
A él le parecía que Freddy tenía un cuerpo decente, ¿por qué demonios tenía que estar celoso de la contextura ancha de su compañero?
—¿Qué estás haciendo?
No obstante, el mismo resultaba muy despreocupado. Puede que fuera un poco engorroso, pero no le venía al caso preocuparse por su presencia. Solo había momentos extraños e incómodos entre los dos, pero podían arreglarse siempre que Dominic le viera la gracia.
—¿Cuántas veces te he dicho que no entres sin tocar bastardo?
—Pero si este es mi cuarto también —dijo, mientras que cerraba la puerta. Con cosas extrañas se refería principalmente a esto. Al entrar había visto a su compañero frente al espejo hablándose a si mismo, cosa que parecía un poco terapeutico si no fuera porque Freddy estaba semidesnudo.
—La abuela te trajo postre —avisó—, si no te lo comes en cinco minutos, me lo llevare al baño y –
—Ya, ya sé.
Antes de agarrarlo, empezó a sonar el celular de Freddy. El hombre fue a la cocina por una cuchara y luego de meterse el bocado a la boca, lo tomó y contestó.
—¿Si?
Abriendo el doble sus ojos, el beta escupió lo que tenía en la boca y se precipitó hacia la cama de Dominic, que ya empezaba a dormir.
—¡Oye hermano, pero q-
—¡Es el jefe! —exclamó, dándose cuenta de que se le había caído la toalla de la cintura—, ¡habla con él!
Nunca había visto a su compañero asustado y eso de cierta manera le puso ansioso. Tomando el celular, la voz al otro lado del teléfono lo congeló.
—Sí señor, habla con Dominic —Luego de una larga pausa, el pelicastaño volteó a ver a Freddy—. Sí, está aquí conmigo...sí, ya se lo paso...El jefe quiere hablar contigo...
Ninguno de los dos había compartido palabras con el jefe, nunca, incluso si alguna vez lo vieron en la casa del señor Kollmaan, nunca se habían dirigido a él.
—Señor.
Fue ligero, pero Dominic notó como su compañero engruesaba la voz. Era cómico verlo desnudo intentando hacerse el malo cuando realmente había entrado en pánico al escucharlo. Era sin duda gracioso.
—Sí, todavía tengo contacto con ellos señor.
A pesar de su nerviosismo, este se fue diluyendo poco a poco. Freddy escuchó atentamente lo que decía el alfa y luego fue a buscar lápiz y papel. La información que le estaba dando era muy importante.
¿Qué le estará diciendo? pensaba el otro beta, se ve muy serio.
Dominic eecordaba en su memoria haber escuchado la voz del señor Blair, pero no creía que esta fuese tan profunda, de hecho, sonaba más como su padre, aunque tal vez se debía a que estaba hablando con ellos, sus subordinados, ¿cierto...?
—Se lo tendré todo listo en poco tiempo —Freddy se sentó—. Sí señor, sí, adiós.
Luego de concretar lo que parecía una dispendiosa tarea, el grandulón de cabello negro buscó su ropa interior y un pantalón.
—Alístate —dijo—. Tenemos trabajo que hacer.
—¡Esta bien! —exclamó Dominic, levantándose de la cama—. Ya estaba aburrido.
Mirándolo fijamente, su compañero Freddy frunció el ceño. Las arrugas de su entrecejo las tenía tan marcadas que daba miedo.
—Odio a los chicos como tú con tanta energía.
—No es mi culpa ser yo —rio Dominic, batiendo sus largas pestañas de forma inocente—. De igual forma aprendo mucho de ti Freddy.
—¿Quién te enseño a ser sarcástico?
—¿Tú?
Suspirando, el pelinegro se abrochó su camisa y buscó una gorra. Entretanto lo hacía, Dominic agarró la libreta.
—¿Qué quiere el jefe?
—Que investiguemos algo sobre una noticia que va a salir en unos días —explicó—, algo sobre chismes y esas cosas, también me pidió que buscáramos a un hombre.
—¿Nosotros?
—Algo así, me dijo que ya habló con Noah —Dominic torció la boca, maldita sea el loco de Noah—, alguien se metió en graves problemas con el jefe.
—Se oía muy serio ¿cierto? —El otro asintió —...El jefe quiere que nosotros...ya sabes
—No me dijo nada de eso...por el momento. —Sacando del cajón un paquete de mentas, Freddy se metió un puñado a la boca—. Pero quien sabe. Lo único que sé es que debemos hacerlo rápido. Sea quien sea, tiene asuntos pendientes con nuestro jefe.
Emocionado, Dominic buscó una sudadera y se colocó una gorra. No tenía ni idea de quien era ese tal Gabriel Ayers, del que tenia su nombre anotado en la libreta, pero tenía unas inmensas ganas de conocerlo.
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Dominio Omega [Omegaverse BL]
RomanceBlair es un alfa que juega con los corazones de los omegas tratándolos como simples juguetes, sin embargo, cuando decide convertir al omega y CEO de una prestigiosa empresa de moda, Lior Conte, en su objetivo, se enreda en una lucha despiadada por o...