Cuando me levanté por la mañana estaba llena de pastel, al final en vez de comerlo nos lo tiramos por encima, fui a mi cuarto a coger un calendario. Lo colgué detrás en la puerta principal y marqué tres fechas: 13 de abril de 2015; Kena nos visita,14 de abril de 2015;Kena se va, 31 de abril de 2015 ; Kena está a punto de volver. Luego rodeé todo el mes de junio y apunté en un lado: Kena vuelve.
Me fui como había venido, solo que me iba con mi guadaña y con una año más. Antes de marchar le di un beso de despedida a Dante, el cual aún dormía en el suelo.
Cuando llegué fuera de las murallas Gabriel me estaba esperando.
-¿Qué te he dicho antes?
-Que no podía entrar en la muralla...
-¿Y tú que has hecho?
Parecía mi madre.
-Entrar dentro de la muralla. Pero he vuelto, soy de confianza.
-Eso ya lo sé. Porque si no fuese así hubiese entrado ahí a buscarte.
El me cogió en brazos otra vez, mirando su camisa.
-¿De qué estás sucia?
-De pastel de cumpleaños.
-Ahh.
Y saltó por los aires para llevarme otra vez hacia la colonia. Mientras viajábamos por el cielo me puso los labios al oído y susurró:
-No me vuelvas a besar. Porque es una tortura para mí.
-¿Por qué?-pregunté yo alzando la voz para hacerme oír por encima del viento que provocaba la velocidad que estaba cogiendo Gabriel al momento de saltar.
-Porque para mí significa mucho, haces que estalle un torbellino dentro de mí, y para ti solo es una técnica de distracción.
Ahora me sentía mal, yo sabía que me quería, pero no hasta tal punto.
-Lo siento –le dijo al oído.
Él me miró incrédulo. Nunca lo había tratado bien aunque él siempre me pusiese en un pedestal, era la primera vez que le decía algo bonito.
Yo le aparté la pirada de sus ojos azules. Él era muy hermoso, más, que cualquier humano que había conocido, excepto que Dante, Dante le daba mil vueltas. Aunque Gabriel fuese un monstruo no le quitaba su guapura, y yo seguía siendo una chica adolescente que aún le embriagaban los chicos guapos.
Al llegar al balcón donde estábamos el otro día, abrimos los grandes ventanales que daban a mi habitación. Allí era donde pasaba la gran parte del tiempo, porque si salía habían unos cien mil colmillos queriendo probar mi sangre.
Gabriel me venía a visitar a menudo y jugábamos a juegos de mesa, era el pequeño rato que olvidaba que el mundo estaba en ruinas, que tenía cosas raras dentro del cuerpo y que él y yo éramos diferentes. Realmente me gustaba estar con él, aunque a veces lo odiase y lo insultase, él siempre me acababa perdonando. Cuando él no estaba y me aburría, al lado de la cama había una gran estantería de libros y leía. Él era el único vampiro que me visitaba, porque era él a quién le habían asignado mi seguridad, y por eso no dejaba que otros se acercasen.
-Quítate la camisa que la voy a limpiar, ponte una limpia –dijo mientras traspasábamos las puertas de la terraza.
Gabriel era el único hombre que me había visto desnuda. Cuando volvía de las operaciones me lavaba, porque siempre volvía sucia y llena de sangre. El primer día que me intentó lavar le pegué y le dije pervertido. Él no se inmutó, y se fue de la habitación. Yo intenté lavarme sola pero no pude, así que no lo hice y me arrepentí mucho, porque estaba muy sucia (cuando iba a que me abriesen de arriba abajo y me enchufasen cables, siempre me tenía que poner lo parecido a un bikini).Pero a partir de la tercera, cuando ya tenía claro que no soportaría dormir otra vez hecha un asco, se lo permití. Me preparaba el baño, y me ayudaba a entrary a salir. También me enjabonaba el pelo, la espalda y los brazos. No era un pervertido. Nunca se había inmutado cuando me desnudaba, y nunca había hecho nada que yo no le mandase. Realmente parecía mi sirviente. Pero sabía que si hablábamos de clases jerárquicas yo estaba muy, muy, por debajo de él.