El mundo del mañana

59 4 0
                                    

Mi ángel. Mi ángel caído. ¿Cómo había podido permanecer derecha en medio de ese mundo que caía a trozos? Ella lo había hecho todo para proteger a las personas que amaba. ¿Cómo podía ser tan fuerte?, mi ángel, ¿Cómo podía ,yo, llevar lejos su dolor?

Tenía la mirada perdida en el suelo. Su hermoso cabello caía encima de sus hombros y de su rostro. Sus ojos estaban cargados de dolor, mi ángel que había caído tan lejos, mi ángel que había ido al infierno y había vuelto escondiendo su dolor en el trayecto, mientras me decía que todo iba a estar bien con sus sonrisas. Quería decirle que todo iba a estar bien, quería acunarla en mis brazos y salvarla. Salvar a mi ángel caído. Pero al fin y al cabo ella ya había caído y ella ya había perdido toda la fe en este mundo roto.

Miré sus labios mientras mi mano buscaba el calor de sus dedos. Cuando la conocí me di cuenta de que ella sería todo un huracán que arrasaría mi vida. Que la vida me daba a Kena para hacerme más fuerte, para abrirme un mundo nuevo con la dulzura inocente de sus ojos.

-Kena... -me volvió a mirar con esos ojos que escondían tantos secretos-podríamos irnos hoy, irnos a escapar de la tristeza que te oprime el corazón –apreté mis labios como si hubiese dicho algo malo- si es verdad que el tiempo lo cura todo con los años podríamos volver a ser felices. Sé que ya has dicho que me quieres, y que quieres volver a vivir dentro de la muralla, pero si no actuamos rápido el tiempo que tenemos se nos escapará. Ahora mismo yo ya soy un anciano en este mundo que esta patas arriba.

Se estaba haciendo de noche y ya se podían ver las estrellas. Ella alzó la cabeza a las estrellas.

-¿Crees que algún día podríamos ser felices? –estrechó mi mano- ¿Crees que podría volver a soñar sin temer a que mis esperanzas vuelvan a hacerse trizas delante de mis ojos?

-Si te quedas a mi lado, podrás soñar con valentía, sin temer a nada.

Me miró con los ojos llorosos.

-Las lágrimas me dañan Dante, no quiero tener que volver a llorar mientras recojo las trizas de mis sueños rotos del suelo.

Me dolía tanto, me rompía por dentro el tornado de la impotencia y el dolor que se originaban dentro de mi corazón cuando Kena lloraba.

-Pero... volvió a mirar al cielo- dentro de tus ojos veo un gran universo ellas hacen que me olvide del dolor. Y de esa mirada nace un gran deseo de volar, de irme lejos, contigo, para poder avanzar hacia al futuro, nuestro futuro.

De cosas que quería proteger solo había una, sin duda tenía una, y esa era Kena. Ella era tan frágil, por fuera era una roca, pero por dentro un trozo de cristal, que con cada desgracia se resquebrajar un poquito más. La única razón para contener las lágrimas en esos momentos era la calidez de sus dedos rozando los míos.

-No te dejaré caer, no otra vez.

De golpe sus labios juntaron con los míos, y yo correspondí a su beso abrazándola.

-No me dejes caer –susurró con un hilo de voz.

-Te lo prometo.

Finalmente resultó que la explosión no había sido nada más que unos cuantos vampiros jugando con artefactos explosivos. Luego hablamos con Sinner de que Kena no quería ir, ella lo comprendió y no le reprochó nada. Cuando llegó el último ángel necesario para activar el portal, todos cruzaron. Todos. Ese día Kena tuvo que despedirse de la única amiga que le quedaba en el mundo. Estaba triste, pero no lloró. Permanecimos delante del portal incluso media hora después de que cruzaran.

-Vamos –el sol se estaba poniendo y nuestras manos estaban entrelazadas.

-Mira el sol, se ve tan rojo –suspiró- todo lo ilumina, ilumina el mundo en todo momento. En los malos tiempos y en los buenos –estrechó mi mano.

Su rostro estaba enmarcado con los rayos del atardecer, estaba sucia, pero su hermosura era apreciable incluso debajo del barro, sus ojos eran melancólicos.

-Sí.

-Me gustaría brillar siempre, como lo hace el sol.

Empezamos a andar hacia la red de autopistas para llegar a alguna ciudad y allí poder emprender una nueva vida. Hacia un nuevo mundo.

---------------------------------------

Si estaba llegando al final de este largo camino quería volver a encontrarme con él. Quería girarme y ver a Gabriel otra vez. Las cosas no se podían quedar así, quería arreglarlo todo. El amor que había compartido con él no podía tener tal desastroso final, quería volver a verlo y estar a su lado, aunque solo fuese algo muy ocasional.

Miré a mi derecha donde Dante andaba con una sonrisa en la cara. Él sería mi futuro de ahora en adelante.

-Te ves muy feliz Dante ¿En qué piensas?

Me miró y su sonrisa se ensanchó.

-En los hijos que tendremos.

Noté como me subían los colores, miré hacia delante mientras le daba un golpe en el brazo.

-TONTO.

Sonrió y volvió a mirar hacia delante.

-Nuestros hijos no serán tontos -su voz sonó tan normal.

-Eso espero.

La muerte nunca te detuvo (Owari no Seraph)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora