Océanos en sus ojos

89 4 0
                                    

Las calles eran hermosas por la noche. Un bullicio de gente las transitaba por esas horas, y se entendía muy bien. Aunque lo más seguro era estar en casa encerrado, la humanidad había llegado a un punto que necesitaban estar con otras personas en los momentos difíciles, por eso las personas de la ciudad por la noche se replegaban en las calles principales. Las luces ayudaban a que todo tuviese un aspecto menos 'catastrófico' por decirlo de alguna manera. Lo que la luna ocultaba con su luz, las luces lo reforzaban aún más, iluminando solo las partes que aún no estaban hechas escombros.

Lumen y Riot estaban charlando alegremente cuando alguien vino a nuestro encuentro. Era un hombre joven de pelo negro, andaba con las manos en los bolsillos y una espada a costado. Iba con un uniforme militar y tenía la mirada puesta en Riot. Ella por su parte se mostraba inquieta mientras ese hombre se acercaba a nosotros, así que Lumen y yo optamos para ponerla entre los dos protegida por nuestras espaldas. Cuando el desconocido se dirigió a Riot lo hizo con otro nombre. Seguro que Riot se lo había cambiado, pero no nos inmutamos, solo los gemelos usaban su verdadero nombre.

-Kena, ¿Por qué has vuelto?

-No quiero hablar contigo.

Riot me estaba cogiendo de la camisa. Ese hombre era un poco más alto que yo, pero Lumen le sacaba una cabeza, así que no tendríamos problema en reducirlo.

-¿Os podéis retirar un segundo? Me gustaría hablar a solas con ella.

Ella me sujetó aún más fuerte de la camisa, y seguro que a Lumen también, porque se puso aún más delante de ella y dijo con voz grave.

-Ha dicho que no quiere hablar contigo.

-Oh vamos Kena, ¿Aún sigues enfadad por eso?

Cuando me di cuenta ella había cogido mi espada, que siempre llevaba a mi costado derecho, y se la había puesto en el cuello.

-¿Qué, si aún sigo enfadada? –rió, daba miedo, pero lo peor era que las marcas de la locura, esas marcas que te salen en las manos y en el rostro cuando la cosa esa que te implantaron está en activo, empezaban a aparecer. Muy, muy mala señal, porque significaba que estaba realmente muy enfadada – Me mentiste durante toda mi puta vida, te puse en un pedestal creyendo que habías sido tú quién me había rescatado de ese hospital, -hospital, no le podía ver el rostro porque tenía la cabeza un poco gacha, pero si que me sonaba de allí- me enamoré de ti, y tu lo utilizaste para usarme, aún no sé para qué fin, pero lo usaste. Enfadarme contigo y suprimir cualquier contacto contigo ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. Por ahora, porque matarte aún está en la lista de cosas por hacer, así que no me toques las narices.

En esos momentos, Riot daba miedo, incluso Lumen estaba sorprendido.

-¿Por qué has vuelto, Kena? –realmente parecía apenado, pero seguro que solo era una fachada.

-Para verte ten claro que no, he vuelto a por Gabriel, y para proteger a mis compañeros. Pero ahora me estoy planteando otra razón, y te la expondré ahora mismo: Hacer que tu muerte parezca un accidente en el campo de batalla, no, aún mejor, hacer que mueras en combate y que nadie conozca tu paradero. Pero que al final te encuentren degollado en una cuneta sin los órganos internos, porque estos se los habré dado al perro de Leyla.

Rió otra vez, retirando la espada de su cuello y volviéndola a enfundar en su vaina que aún colgaba de mi costado. Empezó a andar y nosotros la seguimos, andaba rápido. Torció por el primer callejón y cuando giramos nosotros también nos la encontramos apoyada en la pared, con las palmas abiertas, y mirando al suelo.

Lumen la cogió en brazos y ella se le cogió del cuelo. Parecía que iba a llorar.

-Vámonos –susurró ella.

La muerte nunca te detuvo (Owari no Seraph)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora