Admirable

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Los soldados y la gente nos miraban sin ninguna discreción y Riptide empezaba a ponerse nervioso.

-Eso que ha dicho antes la jefa –empezó Lumen-... ¿es verdad?

-¿Él qué? –pregunté yo.

Estaba andando en medio de los dos hombres. Estos dos eran más altos que yo y parecían mis guardaespaldas.

-Eso de que últimamente estáis más unidos. Yo también lo he notado pero no le daba importancia. ¿Ahora sois novios o algo? ¿Por qué si es así porque no me lo habéis dicho?

Aunque Lumen pareciese un gran fortachón sin escrúpulos era un sentimental. Los dos nos miramos y Riptide también estaba azorado.

Levanté la cabeza y puse la vista al frente.

-No voy a salir nunca con este ¿No le has visto la cara de enfado que tiene siempre? –repliqué yo.

-¿¡Ehhh?! No te replico que tenga cara de enfado, pero yo no hablaría si fuera tu.

-¿¡Por qué no?! –lo reté.

-Eres tú la que siempre anda pegando a la gente. Si tuviese que salir con una chica preferiría que fuese más sumisa.

-¿¡Sumisa?! –le iba a saltar encima, pero Lumen me cogió y me apartó.

-Sí, fiera.

Repetí lo que dijo con voz de retrasado y le saqué la lengua, y es que ser madura no es fácil.

-Pues en realidad estoy seguro al cien por cien que terminaréis juntos, esta debe ser una relación amor-odio como en las pelis...-

-¡CALLA LUMEN! –dijimos los dos a la vez.

Seguimos andando hasta llegar al Ayuntamiento. Allí me dejaron para que pudiese entrar sola. Subí por las grandes escaleras de mármol que había a ambos lados de la sala y que las separaba una gran puerta de madera, y empecé a recorrer pasillos con rapidez. Llegué hasta la gran sala de conferencia pero cuando quise entrar un guardia me barró el paso.

-No puede entrar si no ha sido llamada.

-He sido llamada, apártate –dije levantando la cabeza para verle la cara.

-Tu eres la chica de la ducha... -dijo él.

Era un chico joven con un piercing en el labio y el pelo moreno y largo hasta la barbilla.

-¿Quié eres?

Sonrió.

-El soldado que te sacó de la ducha de una casa avandonada hace un año.

Ya me acordé.

-Felicidades, ahora déjame pasar.

Se volvió a poner delante de mí, y estiró su brazo izquierdo para sacar una lista de debajo una mesa que estaba al lado de las puertas.

-¿Cómo te llamas?

-Riot... Quiero decir; Kena Riot.

Me buscó en la lista y al encontrarme en ella pareció extrañarse.

-Pasa –dijo con un suspiro- Pero llegas tarde.

-No me digas.

Entré en la sala y todos los hombres me miraron. Había solo tres mujeres y estas aún estaban pendientes del hombre que estaba hablando. Me senté al lado de una de las mujeres, ya que era el único asiento libre. Delante de mí había una placa en forma de triángulo alargado donde ponía, en dos de las tres caras, Kena Riot Tersen comandante. Miré al sitio donde había un hombre hablando que había parado la explicación por mi culpa.

La muerte nunca te detuvo (Owari no Seraph)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora