Sin nada

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-Ah y...-me cortó Charlie- Gabriel –un terror irracional me inundó el cuerpo.

-¿Qué le pasa? –inquirí con un hilo de voz.

Los dos se miraron y Claire dijo.

-Ha perdido la memoria. No nos recuerda.

Noté como el mundo me vino encima. Me levanté de la cama ignorando por completo el dolor.

-¿Dónde está?

-En la habitación de al lado pero...

Salí corriendo de la sala y entré precipitadamente a la habitación de al lado, abrí la puerta y vi con horror, como Gabriel estaba inmovilizado contra la pared. Unos círculos de acero lo mantenían sujeto a esta. Supuse que esos círculos eran la espada de Dante, que había modificado su forma para retenerlo.

En la habitación no había ningún mueble, solo había dos ventanas por las cuales entraba mucha luz.

-¿Gabriel? –lo llamé.

Él levantó la vista del suelo y me miró... con asco y odio. Sus ojos eran fríos, no eran esos ojos de antaño llenos de cariño hacia mi persona.

-Ni se te ocurra pronunciar mi nombre otra vez con esa boca asquerosa.

Caí al suelo rota de dolor. Escuchar esas palabras tan hirientes de la persona a la cual amas, era como si te diesen una paliza después de beber tres litros de tequila.

Me levanté y me acerqué a él, cuando estuve delante de él le di un bofetón mientras dos lágrimas caían por mi rostro.

-Me lo prometiste-le grité-¡Me prometiste que no me olvidarías!

Él solo me miró con odio mientras me subía la manga de la sudadera y le di la muñeca.

-Bebe.

Él se quedó un poco alucinado, pero enseguida me mordió.

-¡Kena! –gritó Dante- ¡Aléjate de él! ¡Aún estás herida!

Había abierto la puerta de sopetón y se estaba acercando a mi.

-Vete –dije solamente mientras miraba el pelo rubio de Gabriel.

-Pero...

-Solo vete y cierra la puerta.

Así lo hizo. Nos quedamos así durante un rato, hasta que empecé a marearme.

-Gabriel para.

Se separó de mí y me miró a los ojos mientras decía.

-Tú solo eres una presa ¿Porqué debería hacerte caso?

Antes de que pudiese volver a morderme retiré el brazo. Me senté delante de él con las piernas como los indios.

-Soltadme –dijo él.

-¿Porqué, tienes que ir a algún sitio?

No dijo nada.

-Eres consciente de que has perdido los recuerdos ¿verdad?

No obtuve respuesta.

-¿Hasta dónde recuerdas?

Nada.

-Gabriel ¿sabes por qué estás atado?

No me contestaba.

-Gabriel ¿no me recuerdas de nada?

Me miró atentamente de arriba abajo.

-Sólo recuerdo el hecho de haberte llevado muchas veces en volandas y haber bebido de tu sangre anteriormente, pero por lo que he visto en tu sangre... no eras solo una presa para mí.

-¿Qué has visto?

-Me he visto a mí mismo besándote y diciéndote cosas bonitas, me he visto a mí mismo haciendo cosas por una humana que pensé que nunca haría.

Lo miré.

-No tengo intención de recordarte, porque te odio, solo déjame libre para mataros y me iré -sentenció.

Di media vuelta y salí de la habitación con un portazo.

Caí al suelo gritando mientras me tapaba la cabeza con las manos. Dante , que estaba en frente de mí me puso la mano en la cabeza y me acarició el pelo, mientras yo lo abrazaba.

-Lo sé, lo sé -dijo mientras me acariciaba la cabeza.

La muerte nunca te detuvo (Owari no Seraph)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora