43: A su regreso

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Narra Anna:

Me levanté sin ánimos de hacer nada. Esta última semana sin mi hermana ha sido un infierno para mí. Todos los chicos han intentado animarme, pero no lo logran. Es que... mi hermana es el pilar más importante en mi vida, y ahora que no está... bueno, estoy destrozada. Salí perezosamente de mi cama y arrastré mis pies hacia el baño. Espero que con una ducha se me pase el sueño... aunque lo dudo.

Después de bañarme, me puse un vestido hasta las rodillas de color negro con verde, y sandalias negras. Me vi en el espejo. ¡Qué horror! Me veía espantosa. Tenía ojeras de lo que no he dormido bien estos últimos días, mi cabello parece la melena de un león, el vestido no me asienta muy bien... Ñee, que le puedo hacer. No tengo ganas de arreglarme, de hecho no tengo ganas de hacer algo.

Bajé las escaleras con cuidado y la mirada perdida. No me di cuenta que me iba a tropezar con alguien, hasta que sentí que unas manos me cogían con fuerza.

–¿Anna? Te iba a buscar...

–Tranquila Mer. Iba a desayunar– le sonreí forzadamente– ¿Y los demás?

–Están en el comedor.

–Gracias– estaba por irme, cuando ella me detiene– ¿Qué ocurre?

–Cambia esa cara. Descuida, la encontraremos

Suspiré con cansancio– Eso espero

Ante mi respuesta, ella reflejó en su mirada dolor, pena. No pude aguantar más y me aferré a sus brazos, para llorar desconsoladamente. Esta semana no hacía más que llorar, llorar y llorar. Me sentía incompleta, sola. No quería que le pasara algo a mi hermana. Me sentiría aún más culpable por su desaparición. Aunque los demás me digan que solo fue un descuido, yo sé que si no me hubiera ido de su lado, ella seguiría aquí, conmigo.

–No llores, Anna– Mer acarició mi cabello con su mano– Todo se resolverá, ya lo verás

–¿Y si no?– levanté mi cabeza para verla a los ojos– ¿Y si le pasa algo? Nunca me lo perdonaría...

–Mira Anna. Si Elsa estuviera aquí, te diría que no llores; que seas fuerte y afrontes los problemas con serenidad y calma.

–Pero ella no está aquí.

–Si está. Siempre estará aquí. Así no sea físicamente, pero sentimentalmente siempre estará junto a nosotros, no importa la distancia que nos separe.

–Gracias Mer– y me abracé nuevamente a ella

Después de unos diez minutos que me pude calmar, nos dirigimos al comedor, donde todos se encontraban... en completo silencio.

–Hola chicos– los saludé sin ánimo

–Hola Anna

–¿Cómo están?

–Bien...

Fin. Ese era el fin de nuestra gran y extensa conversación. Suspiré. Jamás pensé que llegaríamos a estos extremos. El simple hecho de que Jack y Elsa no estén aquí, nos da paso a la tristeza, desgano y amargura. Nos hacen falta, en especial Elsa que resolvía nuestros estúpidos problemas y peleas. Cogí una manzana del canasto y me serví un poco de jugo de naranja. Me senté en una silla, y me sumí nuevamente en mis tristes pensamientos.

Estaba acostada en mi cama, viendo el techo como si fuera lo más interesante del mundo. Me sentía cansada, súper cansada, y eso que no había hecho mucho esfuerzo físico. Escuché cómo golpeaban desesperadamente mi puerta, por lo que me alarmé. De un salto, salí de la cama y me dirigí a la puerta. Al abrirla me encontré con Punzie con cara preocupada.

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