Capítulo 24

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Liam salió para ver vestido a Raeken con su jean azul oscuro pegado al cuerpo, una camiseta blanca cuello en V, sus zapatillas negras y una campera de jean con los brazos y la capucha de jogging, mientras que él llevaba unos vaqueros negros desgastados, una camiseta gris, una campera bordó y unas zapatillas grises. El rubio quedó sin aliento por unos segundos, el mayor se veía demasiado guapo vestido de esa manera tan casual, el más bajo se sentía ligeramente intimidado por la belleza de su cita. Respiró ondo y se acercó al chico que lo estaba esperando apoyado en una de las mesas, ya vacías y limpias, del lugar, mientras jugaba con su teléfono. 

— ¿Nos vamos? —preguntó Liam, sacando a Raeken de sus pensamientos. El chico levantó la vista y lo analizó de arriba abajo, sonriendo con satisfacción.

— Claro, ¿cómo podría negarme si te ves tan bien? Debería ser ilegal dejarte salir a la calle, eres demasiado lindo... 

Respondió el castaño, con una voz sexy y profunda que dejó a Liam sin aliento. Caminaron juntos hacia afuera de la cafetería, mientras Raeken cerraba con llave. Finalmente, se dirigieron hacia el departamento del de ojos grises. El camino fue tranquilo y rápido. Conversaban sobre su día y clases. El protagonista sabía que tenía pizzas congeladas en su casa, así que la cena estaba lista. Hicieron algunas compras de botanas y bebidas antes de continuar. Pocos minutos después, Liam ya estaba en el bello salón de Raeken, mientras éste calentaba las pizzas en el horno. El rubio miraba una estantería en dónde había diversos cuadros con fotos del dueño de casa con demás personas; Varias con Peter Hale, lo cuál le resultaba curioso, algunas con Isaac... Había dos en particular que llamaban poderosamente su atención, en una había un pequeño niño, de unos siete años quizá, con un señor mayor, ambos abrazados en lo que parecía ser un bosque. Y, por otro lado, una de un Theo adolescente, unos dieciséis años tal vez, junto con los que suponía que eran sus padres; la mujer era realmente hermosa, alta, ojos verdes, tez clara, figura ejemplar y el cabello rubio oscuro, mientras que el hombre tenía los ojos verdes, el cabello castaño oscuro, un cuerpo musculuso, tez trigueña y era levemente más alto que la mujer. En la foto los tres estaban con una amplia sonrisa, como si su vida fuera perfecta. 

— Que fotos tan viejas, casi ni me reconozco en ellas —la voz gruesa del mayor asustó al rubio, no se había percatado de su imponente presencia hasta que abrió la boca. 

— Te ves muy feliz en ellas... —murmuró Dunbar con una dulce sonrisa mientras señalaba la foto de la familia—. ¿Esos eran tus padres? —preguntó con cautela, no quería lastimarlo, pero ansiaba conocerlo más, aunque fuera un poco.

— Sí, ese fue mi último cumpleaños con ellos... —sonrió con nostalgia, pasando suavemente su brazo por los hombros del chico junto a él—. Murieron un tiempo después de tomarnos esa foto... Aún recuerdo cómo mi madre me rogó por un buen rato que nos tomáramos esa foto, ahora le agradezco su insistencia —recordó el chico con un hilo de voz, se lo notaba afectado a pesar del tiempo que había transcurrido. 

— ¿Qué les sucedió? Si quieres contarme, claro... 

— Ellos volvían del trabajo, mientras que yo estaba esperándolos para cenar... Por primera vez había decidido cocinarles algo, aunque la cocina no es mi fuerte... Luego de dos horas, comencé a preocuparme un poco, ya que ellos siempre eran muy puntuales para llegar. Trabajaban cerca el uno del otro, ella era maestra y mi padre abogado, así que al salir del trabajo, él pasaba por ella y volvían juntos a casa... Ese día, aunque los llamé como mil veces, nadie atendió... Me quedé dormido esperándolos... —relató con tranquilidad el mayor, sin quitar la vista de la fotografía al hablar—. Me desperté al rededor de las cinco de la mañana porque alguien me estaba llamando... Atendí sin pensarlo mucho, no sabía que lo que oiría del otro lado me dejaría hecho polvo —suspiró bajo, tomó una bocanada de aire para poder controlar todas las emociones que se arremoliban en su interior—. Salí corriendo al hospital, pero ya era muy tarde, ellos ya se habían ido desde hacía mucho... En el hospital me dijeron que, cuando estaban volviendo hacia casa, un conductor ebrio los atropelló. Tuvieron muchas fracturas y hemorragias internas, sufrieron mucho y fallecieron antes de llegar al hospital, no pudieron hacer nada... El enfermero que estaba con ellos en la ambulancia me dijo que mi madre lo único que repetía era "pinchocito", una y otra vez... "Cuiden a pinchocito, por favor"... —Liam notó como los ojos del contrario se oscurecían a medida que avanzaba el fatídico relato, sin darse cuenta, el menor estaba llorando—. Mis padres siempre me decían ese apodo, de niño pensaba que era ridículo, pero ahora, honestamente, lo extraño... 

HeartLove // ThiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora