Capítulo 25

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Liam abrazó a Theo con todas sus fuerzas, llorando como un niño pequeño en su pecho. No podía creer cómo es que este chico había pasado por tantas pérdidas tan doloras y seguía en pie, era algo que no creía posible. Sintió los musculosos brazos del mayor rodearlo con cariño, una de sus manos se posó en su cabeza, dejando suaves caricias en ella. Aunque originalmente el menor había abrazado al otro para consolarlo, ahora era Raeken el que lo consolaba a él. Luego de unos minutos, el de ojos celestes se alejó un poco, sin romper el tierno abrazo que estaban teniendo, por algún motivo, en ese momento necesitaba del contacto ajeno. 

— ¿Cómo eres tan fuerte? ¿Cómo es que sigues en pie luego de tantas pérdidas y dolor? Por Dios... 

Murmuró incrédulo el menor, sin dejar de abrazarse al cuerpo contrario. Lo miró fijamente a esos ojos grises tan brillantes y hermosos, serían su perdición, sin dudas. Respiró hondo al oír unas dulces carcajadas salir del contrario, Liam sonrió entre lágrimas al ver como su cita se reía. Le gustaba ser la razón de su risa, admiraba a ese hombre, sin dudas. Mientras más lo conocía, más se enamoraba de él.

— Eres impresionante, Theo... Lo digo en serio... —aseguró Liam, ese chico era un guerrero, no tenía dudas de ello.

— La vida sigue, Liam. Las pérdidas son parte de ella, todo lo que nos suceda nos forma como personas. Gracias a eso conocí a Peter, él es cómo un padre para mí ahora... Me cuidó, me alimentó, me vistió, pagó mis estudios... Me compró éste departamento, aunque le dije que no era necesario. Me da un trabajo, aunque insiste en que debería concentrarme en mis estudios y nada más... Te pude conocer a ti...  Gracias a ese accidente, mi vida cambió mucho para bien. Los extraño, al igual que a mi abuelo, pero también les agradezco que me hubieran soltado la mano para poder crecer —explicó Raeken con una amplia sonrisa, limpiando suavemente con sus pulgares las lágrimas que caían de esos orbes celestes tan hermosos. Acunó el rostro contrario con sus grandes manos.

— Te admiro tanto... Yo no sé si podría superar todo lo que pasaste tú... —admitió en voz alta el rubio con una dulce sonrisa—. ¿Cómo conocicste a Peter? —indagó curioso, aceptando gustoso los mimos que el mayor le proporcionaba en su rostro.

— Luego de lo de mis padres, fui a buscar empleo en la cafetería. Había muchas cuentas que pagar y yo no tenía a otro familiar que pudiera cuidarme, además, no quería ir a un horfanato. Cuando llegué, allí estaba Peter. Le expliqué mi situación y le pedí que me dejara trabajar con él, cosa que no le agradó mucho, de hecho, odió la idea. Luego de una pequeña discusión, me ofreció quedarme con él, ya que no tenía hijos, ni a nadie realmente, tenía dinero, mucho, y una casa hermosa. Lo pensé por unos días y terminé aceptando, él era un viejo amigo de mi padre así que sabía que podía confiar en él —rememoró con una amplia sonrisa en su rostro—. Al cabo de unos meses, decidió adoptarme legalmente. No me dejó trabajar y me mantuvo hasta los dieciocho, así que me esforcé todo lo que pude para obtener una beca completa en la universidad, quería que él estuviera orgulloso de mí. Así que dejé todas las idioteces de lado para estudiar, es uno de los motivos por los cuáles nunca tuve pareja, aunque no parezca, soy muy centrado en mis estudios. 

— Guapo, estudioso, amable, agradecido, adorable, atlético, trabajador... ¿Hay algo que no hagas bien, Theodore? —preguntó con una sonrisa coqueta el menor, estaba embelesado con el chico frente a él. 

— ¿Besar, quizá? —fingió pensar, levantando la comisura de su labio en una sonrisa ladina. 

— Eso tendríamos que comprobarlo, porque no creo en tu palabra —bromeó entre suaves risas.

— Creo que tendrás que esperar para comprobarlo, ya debe estar la cena. Pero si luego sigues con la duda puedes comprobarlo cuando quieras.

Sugirió guiñándole el ojo al menor, logrando que éste se sonrojé hasta las orejas. El mayor se alejó lentamente, rompiendo aquella burbuja de intimidad que se había creado entre ambos, ya sacar las pizzas del horno, lo que menos quería era que todo se quemara. Dunbar sentía que estaba tocando el cielo con las manos, porque si aquél lugar idílico existía, estaba seguro de que serían los brazos de Theodore Raeken, el chico que era todo lo que contrario de lo que aparentaba. El chico que le había abierto su corazón por completo a Liam, y el cuál lo había dejado flotando en una nube de extrema felicidad. Estaba siendo la mejor cita de su vida, sin dudas, y recién estaba inciando. 

HeartLove // ThiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora