Capítulo 37

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El rubio se sinceró en una catarata de palabras, hablando desde lo más profundo de su corazón, mientras que el castaño seguía estático en ese pequeño rincón del cuarto, escuchándolo con los ojos cristalizados, comprendiendo de a poco todo lo que le estaba diciendo el más bajo. Liam había soltado cosas que nadie sabía, algunas que él mismo se había esforzado por olvidar, pero ya no podía seguir negándolo, tenía que ser honesto con el chico frente a él, no quería perder al hombre del que estaba enamorado, aquél que hacía latir su corazón como el galope de cientos de caballos, aquel que con sólo mirarlo, le transmitía una paz que no había sentido nunca en su vida. 

— Theo, estoy enamorado de ti. Y si sólo vas a concentrarte en las cosas malas que dije de ti la primera vez que hablamos, en lugar de pensar en todo el resto de las cosas buenas que dije de ti, creo que no me equivoqué. Eres un idiota.

Terminó el más bajo con leve molestia. ¿Por qué el chico sólo se concentraba en todo lo malo? Había dicho muchísimas cosas buenas de él, ¡Había dicho que era como un Dios Griego! ¡Que sus ojos eran hermosos! ¡Que él era hermoso! Escuchó los pasos de Isaac acercarse a la habitación, así que decidió comenzar a juntar sus cosas en silencio, supuso que era la hora de irse a trabajar. 

— ¡Oigan! ¡Apúrense o llegaremos tarde! —gritó Lahey desde fuera de la habitación. 

— ¡Ya vamos! —gritó Theo con seriedad, sin apartar la mirada de Liam—. Escucha, necesito procesarlo, ¿Si? Es demasiado para mí en éste momento. ¿Qué te parece si luego del trabajo salimos a comer y hablamos más tranquilos? —preguntó inexpresivo el castaño, aún sin moverse de su lugar. 

— Bien. Pero nos vamos a mi departamento, si seguiremos discutiendo, prefiero hacerlo en privado —aseguró el rubio con leve molestia, terminando de guardar sus cosas. 

— Me parece bien —suspiró bajo el de ojos grises para, acto seguido, quitarse la camiseta que traía puesta. 

— ¿Q-que haces? —indagó con nervisismo el más bajo, intentando con todas sus fuerzas apartar la vista de ese perfectamente trabajo abdomen que tenía frente a él. Si la discusión le había quitalo el hambre, aquella vista lo había traído de vuelta sin dudas. 

— Voy a cambiarme, eso es todo. Si te pone incómodo puedes... ¿Liam? ¿Sigues aquí? —cuestionó Raeken con una leve sonrisa juguetona en sus labios. Aunque estaba enojado, le gustaba provocar esa reacción en Liam, parecía como un niño que veía una paleta de su helado favorito.

— No, no tengo hambre... —balbuceó el rubio sin poder apartar los ojos de tanta belleza que tenía delante. 

— ¿Seguro? Pareces muy hambriento en éste momento —arremetió con burla el mayor, poniéndose una camiseta negra que había sacado de su armario. 

— ¡Oye! Estaba... Oh... —Liam notó a tiempo lo que estaba por decir, así que decidió cerrar la boca lo más rápido que pudo, no podía comportarse de esa manera cuando acababan de discutir, ¿No? 

— ¿Admirando la vista? Lo sé, creo que babeaste mi piso —bromeó Raeken con una sonrisa socarrona en su rostro, ese chico lo estaba volviendo loco sin dudas—. Y como no quiero problemas, voy a dejarme el mismo pantalón. 

— ¿Problemas? ¿A qué te refieres? —murmuró apenado el rubio, apartando la vista. Ya había quedado demasiado expuesto en muy poco tiempo. 

— Luego te lo digo —escuchó como Isaac volvía a gritar desde la sala y bufó bajo—. Vámonos, sino el tonto nos va a dejar aquí. 

El menor asintió y salió corriendo del cuarto, dejando a un Theo muy satisfecho consigo mismo. Estaba molesto, confundido, pero no podía negar que el rubio lo traía loco. Verlo tan indefenso y embobado al ver su cuerpo era una sensación tan agradable que lo podría perdonar tan fácilmente por todo. El castaño salió con lentitud de su cuarto, y una amplia sonrisa victoriosa plasmada en su perfilado rostro, encontrándose con su mejor amigo, muy molesto, y Liam, al borde de una crisis nerviosa. Pero ambos se unieron rápidamente para insultarlo por estar llegando tarde al trabajo, aunque ambos sabían que aquello poco le importaba a Raeken. 

HeartLove // ThiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora