Theodore entró con cautela al pequeño departamento del menor, era mucho más chico que el de él, pero estaba mejor decorado, todo había que decirlo. Las paredes estaban pintadas de un gris perla muy bonito, tenía algunos muebles antiguos de lo que parecía roble, un sofá rústico de color marrón, una cocina pequeña y dos puertas, una supuso que conducía al baño y la otra al cuarto del más bajo. Se quedó admirando el pequeño y acogedor espacio, por alguna extraña razón se sentía muy hogareño para el de ojos grises. Sonrió levemente al ver dos libreros, uno a cada lado del mueble en cual tenía el televisor, ambos con varias fotos, libros y pequeños recuerdos de algunos lugares que supuso que el chico había visitado. Nada extraño, por suerte. Salió de su pequeña ensoñación al oír al menor hablar.
— ¿Tienes hambre? —indagó Liam con una amable sonrisa, aún no se había movido de la entrada de la casa.
— No, la verdad no. Esos sandwiches que hace Corey son mi perdición, pero me dejan bastante lleno —contestó con una leve sonrisa en su rostro.
— Somos dos... Siéntate, no voy a cobrarte por eso, y estoy seguro de que teneos una charla pendiente...
— Sí, no lo he olvidado... —hizo caso a las palabras del dueño de casa, dejó sus cosas a un lado para sentarse en el sofá. Una vez que el chico junto a él copió su actuar, el castaño rompió el silencio—. Lo lamento, Liam. No quería reaccionar de esa manera, pero me tomaste desprevenido... Me gustas, demasiado, pero por un momento me sentí.. ¿Cómo decirlo? ¿Indefenso, quizá? Es cómo si hubiera estado completamente desnudo frente a ti, ¿Me explico? —sin hacerse esperar, las mejillas del más bajo se cubrieron de un suave color carmesí por la sola imagen mental de Raeken sin ropa que se había formado en su cabeza—. ¿Me estás imaginando desnudo, pequeño pervertido? —interrogó con burla el castaño.
— ¿No? Digo, ¡No! Por Dios, ¿Cuántos años crees que tengo? —intentó defenderse el menor, algo que fue claramente inútil.
— ¿Mentalmente? Creo que unos quince —se burló con sorna Raeken—. Me refería a que me sentí totalmente expuesto y no supe como reaccionar. Lo hablé con Isaac en la tarde y creo que tiene razón, a veces me comporto como un idiota, en especial cuando no sé cómo reaccionar a alguna situación o me agarran con la guardia baja. Realmente lo siento, no debí haberte tratado así... Supongo que tú estabas igual de conmovionado que yo, ¿Cierto? —esperó unos segundos una respuesta que nunca llegó, cosa que lo hizo dudar un poco, creyó que el chico no lo había oído, así que volvió a preguntar—. ¿Cierto, Liam?
— No, no es cierto... —murmuró el más bajo con su rostro del color de las llamas. Era hora de ser cien porciento sincero, aunque eso podría hundirlo aún más—. Yo lo descubrí anoche... Cuando te envié, bueno a Hades, los mensajes en medio de nuestra cita... Lo hice cuando fuiste al baño y habías dejado tu teléfono sobre la mesa de café del living... ¡Te juro que no fue intencional! ¡Lo descubrí por accidente! ¡Pérdoname, Theo!
Rogó el menor con la vista clavada en el suelo y su cuerpo inclinado hacia el mismo. Ésta vez sí que temía por su creciente relación. Estaba esperando a que el contrario le gritara y lo insultara, o al menos que le dijera algo, pero nunca se esperó oírlo reír. Levantó un poco la mirada, encontrándose con la imagen más hermosa que podrían haber visto sus ojos, el mayor estaba recostado en su sillón, riendo, como si de un niño pequeño se tratara. Con los ojos cerrados y una amplia sonrisa que mostraba toda su perfecta y brillante dentadura. Aquello dejó en shock a Liam, ¿a caso se estaba burlando de él? ¿o con él? ¿Theo lo odiaba tanto ahora como para reírse de él en su cara?
— ¿Theo? —susurró confundido, y herido, el más joven. Sentía cómo su corazón se estaba rompiendo de a poco.
— Lo siento, pequeño... —se disculpó entre risas el de cabello castaño, como si Dunbar hubiera dicho algún chiste muy gracioso o algo así—. ¿Tanto miedo me tienes cómo para casi arrodillarte a pedirme disculpas? ¿Crees que soy un Dios o algo así?
Cuestionó el mayor con una sonrisa, abrió lentamente los ojos para poder ver al vergonzado chico frente a él. Los orbes grises tenían un brillo distinto en ese momento, es como si toda la alegría que sentía en ese instante, se estuviera reflejando en sus hermosos ojos. El rubio sonrió, en serio le gustaba ese extraño hombre.
— ¿E-eres idiota? —preguntó el más joven fingiendo molestia—. ¡Creí que estabas tan molesto que se te había ido la cabeza! —recriminó cruzándose de brazos, aunque no podía evitar que una pequeña sonrisa asomara en su rostro.
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HeartLove // Thiam
Fiksi PenggemarTheodore está perdidamente enamorado de su compañero de trabajo, pero a éste parece caerle mal el castaño. Por recomendación de Isaac, Raeken decide bajarse una nueva aplicación de citas, pero allí termina encontrando a un gran amigo. Uno que, sin s...