— Tómalo como una advertencia directa —contestó el menor con la voz serena, como si le hubiera dado la hora.
— No puedo creerlo. ¡Creí que eras mi amigo! —escupió con furia el más alto cruzándose de brazos.
— Y yo creí que sabías comportante, pero vaya que no —soltó el aire de a poco con una leve mueca en su rostro, una sombra de sonrisa aparecía allí—. ¿Terminaste? Tengo hambre y a un hombre muy guapo esperándome.
— Aprovecha mientras dure, dudo que sea mucho —aseguró con molestia.
— No te metas con él. Te lo dije ayer, y te lo repito ahora. Déjalo en paz, o te las verás conmigo —sus ojos volvieron a oscurecerse, conteniendo toda la furia que reinaba en su interior.
— Bien, pero olvídate que soy tu amigo —gruñó en voz baja.
— ¿Y tú eres? —indagó con burla el rubio, dejando perplejo al chico que estaba junto a ellos, viendo y oyendo toda la conversación.
— Vete al infierno, Dunbar —escupió con asco el de pecas.
— Tsk ya estuve allí, varias veces, creéme, no es tan terrorífico como todos creen —aseguró volteándose hacia el castaño, el cuál seguía estático en su lugar—. ¿Aún quieres almorzar, Theo?
Su voz salió suave y aterciopelada, como si la ira en su interior se hubiera disipado en cuestión de segundos, y es que eso era lo que provocaba en él Theodore Raeken, una sensación de paz y calma. El castaño asintió despacio, comenzando a caminar con lentitud junto al chico rubio, sin mirar atrás o hacer preguntas, ya habría tiempo para eso después. Además, prefería esperar a que el menor se calmara del todo, aún veía un detello de molestia en sus brillantes ojos celestes. Luego de un largo rato, ambos estaban sentados en el sofá de Raeken, en su departamento. Almorzaban en un silencio cómodo, en donde ambos estaban tranquilos con la presencia del otro, y no era necesario rellenarlo con palabras o conversaciones vacías. Para cuando terminaron de almorzar, aún les quedaban dos horas libres antes de entrar al trabajo, así que el mayor decidió que podrían ir a su cuarto para ver alguna película o algo. Y allí estaban, ambos tumbados uno junto al otro en la cama viendo un capítulo de The Big Bang Theory que estaban pasando por la tele. A pesar de lo tranquilo que era el silencio, el menor de ellos no podía evitar sentirse nervioso, no por lo que podría pasar, sino porque dentro de él quería disculparse por el mal momento que le había hecho pasar al contrario. Tomó todo el aire que sus pulmones le permitieron y tomó la decisión de romper el cómodo silencio.
— Theo... —susurró el menor con pena.
— ¿Si? —indagó con curiosidad el castaño, apoyándose sobre uno de sus codos para quedar medio sentado y poder ver mejor a su acompañante.
— Lamento lo de hace un rato... No tenías porque oírnos discutir. Realmente lo siento mucho —se disculpó el más bajo, sus mejillas comenzaban a teñirse de ese rosado tan característico de la vergüenza.
— Olvídalo, pequeño. Yo también discuto con Isaac a veces, son cosas que pasan... —lo tranquiliizó el de ojos grises con ternura, su mano libre la llevó a la mejilla contraria para dejar varias caricias allí—. Aunque admito que me gustaría saber qué es lo que sucedió como para que llegues a amenazarlo, no voy a obligarte a contármelo si no quieres.
— En resumen, ayer, luego de que te bajaras del Jeep, yo me quedé hablando con Stiles. Le pedí que se aleje de ti, porque sé que a ti te pone incómodo y bueno, tú me gustas... Él dijo que no, que yo te había tratado mal y que era su turno de ser feliz o algo así, discutimos por eso y ahora no estamos en los mejores términos. A mí me gustas, a él igual, y creo que se desató una guerra entre nosotros. Pero la verdad es que Stiles tiene una pequeña, quizá no tan pequeña, obsesión contigo, por eso es que está tan molesto —explicó con rapidez el más bajo, apartando la mirada de esos orbes grises que tanto le gustaban.
— Liam, no tienes que defenderme, ¿Lo sabes, no? —cuestionó con voz suave el más alto, sin dejar de acariciar la mejilla del contrario—. Pero gracias, él sí que me pone incómodo...
— Lo sé, pero aún así quiero hacerlo...
Murmuró apenado el rubio. El castaño tomó su mentón con sus dedos índice y pulgar para conseguir que éste volteé nuevamente la mirada a él. Pareciera que iba a besarlo, pero Liam no podía hacerlo sin antes hablar con él de la otra cosa que lo estaba persiguiendo desde el día anterior. No podía seguir callándose, al menos no si quiería una relación sana con Raeken, debía decirle de una vez que sabía que él era Hades. Abrió la boca para hablar, pero el ruido de la puerta del cuarto abriéndose de par en par lo hizo saltar en su lugar, lo suficiente como para alejarse del castaño.
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HeartLove // Thiam
Fiksi PenggemarTheodore está perdidamente enamorado de su compañero de trabajo, pero a éste parece caerle mal el castaño. Por recomendación de Isaac, Raeken decide bajarse una nueva aplicación de citas, pero allí termina encontrando a un gran amigo. Uno que, sin s...