— Oye Raeken, ¿A caso no puedes lavar un maldito... plato?
La voz de Isaac se fue apagando, conforme sus ojos se adaptaban poco a poco a la escena que tenía delante de él. Theo, su mejor amigo, de lado, en la cama junto a Liam, con el brazo alzado. Supo que había interrumpido algo al notarr como el más joven estaba rojo de la vergüenza. Suspiró bajo, tuvo que haber golpeado la puerta, por Dios, en serio tuvo que haber golpeado. El corazón del de rulos se estrujaba dentro de su pecho, pero aún así sacó la fuerza necesaria para fingir una perfecta sonrisa burlesca.
— ¡¿A caso no sabes tocar la puerta, animal?! —elevó la voz el castaño levantándose de su cama con evidente enojo.
— ¿Tú no sabes avisar que estás con alguien, idiota? ¡Me acabo de despertar! Pon un maldito calcetín en la puerta o déjame un mensaje, no lo sé —bufó riendo, pasando su vista hacia el pobre rubio que estaba en la cama con la mirada gacha. Debía admitirlo, Liam era adorable—. Lo siento, niño. No quería irrumpir, pero no sabía que estabas aquí.
— Te voy a hacer lo mismo cuando esté Scott aquí —gruñó el de ojos grises con enojo, cruzándose de brazos—. ¿Viniste a molestar por un maldito plato?
— También, eso lo vi hace un momento. De hecho, venía a preguntarte que diablos querías hacer mañana por la noche. Sé que no te gusta festejar tu cumpleaños, pero podríamos salir o algo —expresó con cautela el de rulos, sabía que su amigo era un poco sensible con ese tema en particular.
— Pensaba que podríamos salir a tomar algo tú, Liam, Scott y yo. ¿Qué piensas? —preguntó, tomando al contrario por sorpresa.
— ¡Sí! ¡Claro que sí! —aseguró con una amplia sonrisa, por dentro dolía, pero sabía que ese pequeño de ojos celestes había aparecido en la vida de su amigo para bien—. Llamaré a Scott, y le diré que no le siga nada a su amigo, no lo quiero molestando —volteó su vista hacia el menor de los tres con una sonrisa apenada—. Lo lamento, sé que es tu amigo pero...
— No, ya no lo es. Así que no te preocupes por eso —aseguró con una leve mueca en su rostro.
— Muy bien, no preguntaré —murmuró Lahey con una amable sonrisa—. Bien, organizaré todo —estaba por salir del cuarto, pero se quedó un momento en su lugar—. ¿Aún quieres que te acompañe por la mañana al sitio? —preguntó el mayor con cautela.
— Sí, eso sí. Por favor... —pidió con suavidad el de ojos grises.
— Claro que sí, no te puedo decir que no —se burló mentalmente de sí mismo por decir aquello—. Bien, en media hora los espero en la sala, yo los llevo al trabajo.
Sin decir más, el de rulos abandonó la habitación cerrando la puerta tras de sí, junto con las últimas esperanzas que mantenía de tener un poco más de atención del castaño, pero al menos estaba tranquilo, sabía que su amigo estaba en buenas manos y, lo mejor de todo, es que ese chico lo hacía feliz. Isaac ya no tenía que cuidar al mayor, él ya tenía quien lo cuide. Theo suspiró bajo y volvió a su lugar en la cama junto a Liam, miró al menor a los ojos y una sonrisa divertida surcó su rostro.
— Al parecer el universo no quiere que te bese, ¿No crees? —bromeó posando una de sus manos en el costado del más bajo para proporcionar suaves caricias allí.
— ¿Qué es "el sitio"? —indagó curioso el menor, dejando de lado el evidente coqueteo de su compañero.
— Oh, ¿Eso? Bueno, es la tumba de mis padres. En todos mis cumpleaños voy a visitarlos, y llevo a Isaac conmigo. Él es el único de mi círculo que los conoció —explicó sin importancia, mientras se encargaba de admirar cada detalle del rostro contrario.
— Uhm... ¿Hace mucho conoces a Isaac? —preguntó el rubio, intentando buscar otro tema de conversación menos doloroso para Raeken.
— Uff sí, desde primaria creo. No lo sé. Sólo sé que siempre fuimos amigos, desde que éramos unos niños, y siempre será así. Él es una de las personas más importantes de mi vida —expresó con aprecio, recostándose totalemente en la cama y apoyando su rostro en una de las almohadas.
— Es entendible, lo conoces de toda tu vida básicamente... —murmuró perdiéndose de a poco en los ojos contrarios, en aquella tormenta tempestuosa digna de un monumento.
— Oye... Antes de que entrara el egendro al que llamo amigo, ¿Querías decirme algo? —cuestionó con tranquilidad el más alto.
— Quería contarte algo... Pero no sé cómo puedes tomártelo... —murmuró Liam, su voz temblorosa delataba sus nervios.
— Puedes decirme lo que quieras, Pequeño. Sabes que no voy a juzgarte —aseguró Raeken con dulzura, pasando su mano de la mejilla del rubio a su cintura con delicadeza, no quería hacerlo sentir incómodo.
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HeartLove // Thiam
FanfictionTheodore está perdidamente enamorado de su compañero de trabajo, pero a éste parece caerle mal el castaño. Por recomendación de Isaac, Raeken decide bajarse una nueva aplicación de citas, pero allí termina encontrando a un gran amigo. Uno que, sin s...