Cada tanto me despertaba. Más que dormir, sentía que cerraba los ojos por unos pocos instantes antes de despabilarme una vez más. Mi mente no abandonaba el acoso que sufrimos después del trabajo y la impotencia me llenaba de enojo y dolor.
No sé qué hora era cuando desperté y vi a Valentín sentado en la cama. Todavía era de noche y en el cuarto reinaba la oscuridad pero su silueta era perceptible. Observé atento un momento, ante el temor de que estuviera llorando nuevamente y quisiera ocultarlo. Estaba inmóvil y su respiración se mantenía tranquila. Estiré mi mano para buscar la suya sacándolo de su trance, reaccionó sorprendido pero tomó mi mano con cariño al descubrirme despierto. Su sombra volteó un poco hacia mí mientras sostenía con firmeza mi mano contra su pecho.
—Duerme —susurró.
—Si tú no duermes, yo no duermo.
Suspiró con suavidad antes de besar mi mano.
—Nunca más voy a dormirme primero —anuncié angustiado—, voy a esperar a verte dormir en paz y luego voy a dormir tranquilo a tu lado.
Tuve la sensación de que sonrió.
—Tan intenso.
—No mereces menos.
Apretó de nuevo mi mano contra su pecho.
—Yo también quiero verte dormir en paz —reclamó.
Eso era un problema para mi nueva promesa pero algo más importante pasó por mi cabeza.
—Entonces, me quieres.
Mis palabras sonaron a una afirmación dudosa, a un tanteo que no llegaba a ser pregunta.
Sentí aumentar la presión que rodeaba mi mano antes de que Valentín se estirara para encender la luz de la mesita. Su expresión era triste y cansada, pero su mirada estaba llena de dulzura.
—Sí. Te quiero con toda mi alma. —Volvió a besar mi mano—. Tengo que decírtelo más seguido. Todos los días. Tengo que mejorar a la hora de expresarme y dejar las excusas.
—No era una queja —dije apenado.
—Sé que no.
Luego de eso quedamos un rato en silencio. Nuestras miradas se mantuvieron conectadas, nos contemplamos, algo era magnético entre nosotros, nos calmaba y nos llenaba de una cálida emoción. Valentín se inclinó un poco y comenzó a acariciar mi rostro.
—Me rompería el corazón no tenerte —confesó en voz baja, conmovido.
Se me ocurrió que Valentín también sentía con mucha intensidad pero en silencio.
—Siempre vas a tenerme. Mi vida es toda tuya.
Se recostó a mi lado abrazándome, dejando su rostro cerca del mío.
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La sombra sobre las flores
General FictionJerónimo descubre de pequeño que vive en un mundo donde hay cosas que no tiene permitido hacer por haber nacido hombre. Aprende rápido que debe disimular y fingir lo que siente para no defraudar a quienes quiere. En su adolescencia confirma que no e...