Capítulo 9: Hazla llorar.

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Vera Yarovtov

Pisamos suelo Alemán a las seis de la mañana, llegamos al hotel e inmediatamente mi padre se fue dejándome con una guardia menor. Aunque realmente no lo necesito, porque le dió por comprar el maldito hotel y desocuparlo para nuestra llegada.

¿Exagerado? Solo un poco. O en realidad, solo es Drako siendo Drako.

Creí que al llegar me tumbaría a dormir, pero repentinamente el sueño abandonó mi cuerpo. Agarro la MacBook y me pongo a escribir lo primero que se me venga a la mente y termino llenando ocho páginas.

Releo todo rápidamente «esto es arte»

Mi mayor sueño es ser escritora profesional de novelas románticas, pero según mis padres eso es «imposible» porque siendo hija de quién soy y sabiendo lo que sé, ese sueño quedó frustrado porque sería exponerme y correr peligro.

«Supongo que hay sueños que solo se quedan siendo eso, sueños»

-Señorita Yarovtov, su padre pidió que le informara acerca de una reunión a las nueve de la mañana con los otros socios- avisan afuera.

Miro el reloj, apenas son las 7:30.

Cierro la MacBook y empiezo a buscar lo que me pondré. Optando por un suéter con cuello color crema, una falda, una gabardina y accesorios que combinen con la paleta de colores. «Tengo que impresionar y tal vez, sacarle disimuladamente a mi papá del ¿Por qué diablos golpea a mamá?» Llamo al servicio que me preparen la tina y dejan todo listo en segundos para que entre y me relaje con las sales de baño y los aromas de la habitación.

Me tomo mi tiempo de prepararme, de amar cada parte de mi cuerpo pasando la esponja por mis brazos suavemente, por la clavícula, por los pezones erizándome...

«Quiero follar»

Desciendo por mi estómago hasta mi vientre despacio, llenándome de sensaciones placenteras.

Cierro los ojos...

Imagino dos pares de manos diferentes a la mías toqueteando apretando, rozando, magreando mis partes...

Bajo hasta mi punto sensible y comienzo a estimularme despacio. La excitación me tiene babeando, apretujo uno de mis pezones duros, cuando de mi garganta salen gemidos y jadeos descontrolados. Sigo dando masajes a mi coño así como me encantaría que fuera alguien o unos por ahí en lugar de hacerlo yo. Las caricias me desquician, aprieto mis pechos con fuerzas poniéndolos rojos y sensibles, la presión en mi vientre ejerciendo dolor, poniéndome a gemir como loca.

Una imagen llega a mi. Haciéndole más daño a mi razocinio, a mi autocontrol.

Aprieto los ojos con fuerza para no perderla y mi espalda se arquea por las cochinadas que mi mente recrea.

Ryan cogiéndome en cuatro, mientras magrea mi culo a su antojo.

Pero lo que más me pone a temblar, es ver a Kris, sentado en un sofá, viendo como me folla otro.

-Hazla llorar-ordena Kris a la distancia bombeando su gran verga-. Quiero ver como chilla mientras se corre.

Una orden que a Ryan no le cuesta nada tomar y se empecina con la tarea de destruirme.

-¡Ah!- el gemido sale de mi garganta tan fuerte que duele.

La presión se va desvaneciendo y me mareo a causa del delicioso orgasmo que esos dos me proporcionaron en mi mente.

«Joder, pero es que cada día estoy más loca que el anterior» Necesito liberarme.

Termino de bañarme y salgo a vestirme. Adorno mi rostro con un maquillaje suave y espero que vengan por mi, mientras escribo un poco más en la MacBook.

Tríada Oscura ©, +21 (Los secretos que nos unen) Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora