Capítulo 26: Diosa de hebras doradas.

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James Cossenova.

Maldita sea la hora en la que me enamoré de Vera Yarovtov, maldita sea la hora en la que me fijé en esa diosa hipnótica de curvas infernales que ahora me tiene completamente cautivado.

Esos labios que probé.

Ese coño estrecho en el que me hundí y desearía volverlo hacer.

Maldita seas Vera Yarovtov.

—¿Quieres qué me quite la ropa?— ronronea la striper desde el tubo mientras intenta bailar sensual.

Me parece la mujer más insípida del mundo, todas me saben igual desde que probé a esa maldita rubia.

Me encojo de hombros y me llevo el trago a la boca para beberlo. La striper comienza a quitarse la ropa despacio al ritmo de la música.

Cierro los ojos para evocar a la diosa de hebras doradas y a la constelación que posee en su rostro y pechos llamados pecas. Me embriago con el recuerdo de cuando la hice mía encima de esa mesa y gimió mi nombre.

La forma en la que sus pechos rebotaban con mis embestidas, el cuerpo bañado por una ligera capa de sudor, el cabello dorado desordenado, la piel rojiza por mis agarres.

Joder... Vera.

Me sirvo otro trago y lo tomo todo de una vez.

La mujer ya desnuda, continúa bailando y contoneándose al rededor del tubo.

Ingiero varios tragos hasta que termino con la botella vacía y el mareo repentino me desconcierta así que cierro los ojos de nuevo.

Quisiera tenerla, poder besarla, tocarla, inhalar ese exquisito aroma que desprende. Muero por poseer hasta la última fibra de su cuerpo.

«Si no hubiese sido por Nikola, ella y yo fuéramos padres ahorita, porque realmente no me importaba que fuera de otro» seríamos felices. Yo me hubiera encargado de eso.

Siento las manos de la striper recorrer mis muslos y cuando va a llegar a mi entrepierna la detengo y abro los ojos.

La mirada la tiene totalmente oscurecida, trago grueso y me estrujo los ojos para dejar de imaginar que Vera está arrodillada en mi entrepierna con las manos en mis muslos.

—Soy real, Cossenova— su dulce voz me engorda la polla.

Joder.

—Te vi entrar aquí y decidí venir— se trepa encima y lleva las manos hasta detrás de mi nuca.

—Vera...

Cierro los ojos y ruego porque no sea una ilusión, ruego porque de verdad este aquí.

Reparte besos húmedos en mi cuello y la verga parece que me va a explotar de lo dura que esta.

—Pensé que me extrañarías...— susurra despacio en mi oreja.

Se acerca despacio a mi boca y cuando estamos a centímetros de besarnos la agarro del cuello y del nacimiento de su cabello.

—Uhm... me prende que seas así— suspira.

Reparo su cuerpo y el vestido se transparenta en sus aureolas rosadas «quiero prenderme de ahí» quiero tocar y besarle todo el cuerpo.

—No juegues conmigo, Yarovtov, yo no soy los imbéciles de tus prometidos con quienes haces lo que te dé la gana— dejo claro—. A mí no me vas a buscar cada vez que tengas problemas en tu nido de amor, conmigo es todo o nada— la acerco y mordisqueo su mentón.

Tríada Oscura ©, +21 (Los secretos que nos unen) Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora