Capítulo 15: Cada minuto es un año.

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Maratón 3/3.

Ryan Frey.

—¡MALDITA SEA, APRESÚRENSE!— grito de nuevo. El desespero me tiene al borde.

Vamos camino a la ubicación que nos dio el tal James Cossenova, al principio no creímos lo que nos dijo, pero mostró pruebas de que había estado y que conoce a Amelyk. No dudamos ni un segundo en agarrar un avión hasta Alemania, porque el maldito de Drako nos mintió, le dijo a Énya que estarían en Italia y por eso gasté tiempo y energías en un país erróneo.

Mil veces maldito.

Desde que se fueron no había parado de buscarla como un demente, cada día la impaciencia se volvía el doble por no encontrar ni un mísera pista de su paradero.

—Estamos a 5 minutos— avisa el castaño.

Tuve que apartar mis malditos celos y la maldita sensación asfixiante de posesión sobre Amelyk y dejar que me ayudara a encontrarla, después de todo aunque me niegue a aceptarlo tenemos intereses en común.

Preparo la glock y Kristian hace lo mismo con su arma, «voy a torturar y matar todo aquello que me encuentre en ese maldito lugar» los quemaré vivos a todos.

—2 minutos— vuelve a decir.

El corazón me retumba en los oídos, esta literalmente taladrándome el pecho. Puedo sentir como Kristian esta peor o igual que yo. «Tengo que recuperarla» necesito volver a sentir el calor que emana, escuchar su delicada voz, acariciar su piel cremosa y blanda, admirar el estallido de pecas que posee en la cara y pecho.

—Estamos en posición Frey.

Asiento y nos preparamos para bajarnos, mis hombres se organizan y se ponen en posición.  Comienzan a rodear el perímetro preparándose para la señal.

De que la tengo conmigo, la tengo. A mi no se me escapa nada.

—Esperando señal, señor.

Nos bajamos en silencio, el lugar es una pequeña casa a las afueras de Alemania casi en frontera con Luxemburgo. «estamos muy lejos de casa, rubia» El castaño y yo nos movemos con sigilo mientras avanzamos a la entrada. La atmósfera es pesada y tan tensa que se puede palpar.

Mantenemos la mirada por unos segundos, asiente en mi dirección y yo en respuesta, «estamos listos» doy la señal a mis hombres e inmediatamente pateamos la puerta derribándola.

—¡Amelyk!— grito apenas ponemos un pie adentro.

El lugar es deprimente, percibo un nauseabundo olor a carne podrida y el estómago se me revuelve.

—¿Hueles...?— pregunta y lo mando a callar.

—Tu ve por ese lado y yo por aquí— le señalo uno de los dos pasillos.

La casa es pequeña y apestosa, tiene dos corredores y numerosas puertas, todo con aspecto deteriorado.

Ella tiene que estar en alguna de ellas.

¿Y si no llegamos a tiempo y él que la secuestró la trasladó a otra ubicación? Intento alejar mis pensamientos y despejar la mente «no pienses en idioteces, mantente positivo» tiene que estar aquí.

El castaño se pierde por el pasillo contrario y yo prosigo por el otro, revisando habitación por habitación «nada» no hay nada en ninguna de ellas, ni rastros de su presencia aquí.

Solo me queda una puerta por revisar y si no está, todas mis esperanzas mueren en estás paredes y piso mugriento. Recolecto todas mis fuerzas, acumulando todo mi autocontrol para no encontrarme con una escena que me desestabilice. Pongo la mano despacio en la perilla de la puerta y no cede, esta cerrada.

Tríada Oscura ©, +21 (Los secretos que nos unen) Tomo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora