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Antes de que nadie pudiera reaccionar, Steve usa su escudo para romper uno de los cables que sostenía el ascensor e inmediatamente empieza a caer a gran velocidad

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Antes de que nadie pudiera reaccionar, Steve usa su escudo para romper uno de los cables que sostenía el ascensor e inmediatamente empieza a caer a gran velocidad.

— No vuelvas a hacer eso sin avisar. — se queja Astrid apoyándose en la pared cuando el ascensor se detiene bruscamente.

— ¿Alguna idea? — pregunta Steve cuando las voces de los agentes volvían a escucharse por detrás de las puertas.

— Tengo una. — murmura Astrid mirando el edificio con techo de cristal debajo de ellos. — Pero no te va a gustar.

— ¿Tengo opciones?

— No.

— Bien.

— Sujétame. — ordena Astrid tomando el brazo de Steve y pasándolo por su cintura. La mujer hace que el rubio ponga su escudo frente a ellos antes de gritar. — ¡Salta!

Los dos saltan atravesando el cristal del ascensor con el escudo protegiéndolos. Segundos después, caen sobre el techo del edificio que al ser de cristal, se rompe en pedazos y ambos caen al suelo sobre el escudo.

Steve suelta un quejido mientras Astrid se levanta del suelo limpiándose algunos cristales de su ropa y volvía a tocar su labio, que aún no dejaba de sangrar.

— Estás loca. — se queja Steve levantándose. Sin esperar más, ambos corren hasta el garaje de SHIELD y toman una moto cada uno para salir de ahí.

Cuando ya habían salido de los alrededores del Triskelion, un quinjet se interpone en su camino, amenazándolos.

Ríndanse. — se escucha por los megáfonos.

— Vale. — dice Steve cuando lanza su escudo hacia el quinjet, rompiendo uno de los motores. — Conduce, no te detengas.

— ¿Qué vas a hacer? — pregunta la morena por encima del ruido cuando Steve se levanta en el asiento de su moto. El rubio salta sobre el quinjet y utiliza su escudo para romper los motores que quedaban haciendo que el jet cayese al suelo estrepitosamente. Astrid frena su moto y lo mira incrédula cuando él se acerca a ella. — Eso es más loco que lo que yo hice.

...

En menos de media hora, Astrid consiguió algo de ropa para que ambos se camuflasen entre la gente y volvieron al hospital donde Steve había dejado el USB en una máquina expendedora.

— No está. — murmura Steve observando a través del cristal de la máquina mientras la mujer a su lado limpiaba su labio sangrante con una gasa de algodón.

— ¿Cómo que no está? — pregunta Astrid alterada, empujándolo para ver dentro de la máquina. — ¡Te dije que era un sitio horrible!

Es entonces cuando Natasha llega hasta ellos mascando chicle. Rápidamente, Steve la toma por los hombros con brusquedad y la obliga a entrar en una habitación.
Astrid abre sus ojos sorprendida y los sigue asegurándose de que nadie los había visto.

𝗔𝗦𝗧𝗥𝗜𝗗 𝗟𝗔𝗡𝗘 ━━━ Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora