𝟐𝟗

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— No he venido a juzgarte, solo quiero hacerle unas preguntas

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No he venido a juzgarte, solo quiero hacerle unas preguntas. — dice en psicólogo. — ¿Sabes dónde estás? Si no hablas conmigo, no podré ayudarte, James.

Me llamo Bucky. — responde Barnes.

Astrid y Natasha se miran. La pelirroja estaba junto a Tony en la sala desde la que estaban los monitores y las cámaras, pero Astrid había pedido estar en la misma sala que Steve.

— ¿Por qué la Fuerza Conjunta difundió esa fotografía? — pregunta el Capitán.

— ¿Para conseguir el mayor número de testigos? — dice Sharon obvia.

— Buena forma de cazar a alguien. — asiente Steve. — Ponen una bomba, le sacan una foto y tienen a millones de personas buscado al Soldado de Invierno.

— ¿Insinúas que le tendieron una trampa? — cuestiona Astrid caminando hasta el rubio.

— Llevábamos dos años buscándole sin encontrarle. — recuerda Sam.

— Una bomba llama la atención.

Segundos después de eso, las luces se apagan en todo el lugar alarmando a todos los agentes.

— Subnivel cinco, Ala Este. — les dice Sharon.

Astrid ve como Steve y Sam salen corriendo en esa dirección y no duda en seguir sus pasos. Cuando llegan, la jaula de Bucky estaba rota y vacía.

— Ayuda. — murmura alguien.

Steve se acerca al psicólogo tendido en el suelo y lo toma por el cuello de su camisa para estamparlo en la pared.

— ¿Quién eres? ¿Qué quieres? — pregunta Steve enfadado.

— Ver cómo cae un imperio.

Astrid siente como Sam, a su lado, cae al suelo y ve como el Soldado de Invierno lo golpea dejándolo tirado. Enseguida, Bucky posa su mirada en ella y la mujer no duda en lanzarle una patada al pecho que lo hace retroceder unos centímetros.

La mano metálica de Barnes se aferra al cuello de la mujer con una fuerza sobre humana. Astrid abre su boca buscando el aire que le comenzaba a faltar, sintiendo como un fuerte dolor se extendía por su cuello. La mujer comienza a patalear intentando liberarse y siente que se va a desmayar justo cuando Steve llega por detrás de Bucky y lo golpea, haciendo que éste lance a Astrid sobre un escritorio y todo lo que había encima cayera al suelo junto a ella.

Astrid tose repetidas veces recuperando el oxígeno mientras llevaba sus manos a la zona afectada, aún sentía los frios dedos metalicos quemándole la piel. Se levanta a tiempo para ver como el Soldado lanzaba a Steve hacia el agujero del ascensor y se marchaba de ahí.

— ¡Steve! — exclama Astrid asomándose hacia abajo.

El Capitán la mira desde abajo mientras se quita su chaqueta, quedando en una camiseta de manga corta gris y empieza a subir agarrándose de los cables del ascensor.

Cuando están juntos suben las escaleras con rapidez, escuchando como los agentes hablaban por los megáfonos.

— En la azotea. — dice Astrid.

Steve se adelanta a ella subiendo las escaleras de dos en dos. Astrid rueda los ojos y suspira cansada no queriendo subir tantos pisos, pero hace un esfuerzo y corre hasta el último piso.

Cuando llega a la azotea, ve como Bucky estaba subido a un helicóptero. Steve sostenía el helicóptero con una de sus manos mientras que con la otra se aferraba a la barandilla del borde de la azotea.

Astrid abre sus ojos asustada cuando el helicóptero se echa encima de Steve, quién consigue esquivar las hélices del mismo. Ella corre hacia el rubio pero ve como la mano metálica de Bucky lo toma del cuello desde dentro del helicóptero.

— No, no, no. — murmura ella mientras se aferraba al brazo de Steve tirando de él, intentando hacer que Barnes lo suelte. Pero estaba claro que su fuerza no podía competir con la de un brazo hecho de metal.

— ¡Suéltame, Astrid! — grita Steve por encima del ruido, mirándola con preocupación, sabiendo que si no lo soltaba la arrastraría con él.

— ¡No!

Pero Steve sacude con fuerza su brazo, haciendo que Astrid se suelte y caiga al suelo. Es entonces cuando Bucky se lleva consigo a Steve y el helicóptero se aleja de ella.

Astrid ve como el helicóptero se estrella contra el río con los dos soldados y por un momento piensa en saltar pero finalmente sale corriendo escaleras abajo. En el camino, se encuentra con Sam.

Cuando ambos llegan a la orilla del río, ven a Steve levantándose del suelo totalmente empapado mientras Bucky estaba inconsciente en el suelo.

Astrid corre hacia el rubio y lo empuja. — ¡Idiota! ¡No vuelvas a hacer eso!

— ¿El qué? — pregunta Steve sonriendo levemente.

— ¿El qué? — repite Astrid incrédula dando una mirada a Sam. — ¡Me has empujado! ¡Y casi mueres!

Steve la mira aún sonriendo pero enseguida su mirada cambia radicalmente y lleva su mano mojada al cuello de la mujer.

Astrid lo mira confundida mientras él le aparta el cabello de sus hombros y acaricia suavemente su cuello.

— ¿Qué... — se detiene a ella misma cuando recuerda a Bucky estrangulándola, seguro que habían quedado marcas.

Las alarmas de las instalaciones de las que acababan de escapar empiezan a sonar.

— Tenemos que irnos. — dice Sam.

— Steve. — Astrid da un paso hacia él. — Si te lo llevas...

— Conozco las consecuencias. — dice el rubio. — Correré el riesgo.

— Bien, pues yo no. — dice ella. — Serás un fugitivo, te meterán a la cárcel, Steve.

— Astrid, por favor, escúchame. — Steve lleva ambas manos a sus brazos.

— No, escúchame tú a mí. — dice Astrid frunciendo el ceño. — Estoy harta de que pongas a todos por encima de ti, de nuestra relación. Vas a conseguir que te maten, ¿qué voy a hacer yo si mueres?

— Eso no va a pasar. — niega el rubio.

— No lo sabes.

— Te lo prometo, Astrid. — Steve se acerca más a ella. — No quiero que creas que no pienso en nosotros porque eres lo más importante que tengo, pero...

— Siempre hay un pero. — bufa ella, sintiendo lágrimas en sus ojos.

— Tú lo has visto, alguien está intentando culparlo de algo que no ha hecho. Tengo que averiguar por qué y exculparlo. Tú sabes bien lo que es que te juzguen por algo de lo que no tienes ninguna culpa.

Astrid aprieta los labios y desvía su mirada al cuerpo inconscientemente de Bucky.

— Cuando todo esto acabe podemos tomar un descanso. — vuelve a hablar él. — Solos tú y yo.

— Vale. — dice finalmente. — Pero estoy enfadada contigo.

Steve sonríe y no espera un segundo más para unir sus labios. Astrid deja escapar algunas lágrimas que tenía retenidas mientras intenta memorizar cómo se sienten los labios de Steve en los suyos, porque no sabe que es lo que pasará ahora.

Nota de la autora.

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𝗔𝗦𝗧𝗥𝗜𝗗 𝗟𝗔𝗡𝗘 ━━━ Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora