Astrid Lane nació en Bulgaria pero no pasaron más de dos días para que sus padres se mudaran a Estados Unidos. Allí, empezaron a trabajar en SHIELD y la pequeña Astrid creció entre las paredes de esa organización, entrenándose desde los trece años p...
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Maria Hill le había proporcionado a Astrid un traje muy parecido al que usaba normalmente, pero estaba mejorado. También, uno de los hackers de Fury había conseguido quitarle las pulseras de sus muñecas por lo que ahora podía usar sus poderes con tranquilidad.
Mientras Natasha estaba infiltrada entre los miembros del consejo, el resto del equipo consiguió entrar a la sala de megafonía del Triskelion.
— Atención a los agentes de SHIELD, les habla Steve Rogers. — dice Steve bajo su traje de Capitán América por el micrófono. — Estos días habéis oído hablar mucho de mí, ya es hora de que sepáis la verdad. SHIELD ha sido colonizada por HYDRA, Alexander Pierce es su líder. Los enemigos están aquí dentro, podrían estar a vuestro lado y ya casi tienen el control. Si despegan los helicarriers, HYDRA matará a todo el que se ponga en su camino. Yo lucharé por defender esto aunque esté solo, pero apuesto a que no lo estoy.
— ¿Lo tenías preparado o te ha salido solo? — pregunta Sam a las espaldas del Capitán.
— ¿Enserio lo preguntas? — dice Astrid con una ceja enarcada.
— Se ha activado el lanzamiento. — avisa María.
Astrid no duda en echar a correr hasta llegar al exterior del edificio. Steve y Sam la siguen de cerca en dirección a los helicarriers que estaban despegando.
— Oye, Cap. — dice Sam sin dejar de correr. — ¿Cómo diferenciamos a los buenos de los malos?
— Si te disparan, son malos.
— ¡Qué gran consejo! — grita Astrid.
Una vez en el aeropuerto de SHIELD, los enemigos ya estaban esperándolos con sus armas. Nada más entrar, una lluvia de balas cae sobre ellos.
Astrid se cubre detrás de uno de los quinjets aparcados mientras disparaba con dos de sus armas. Cuando dos enemigos llegan hasta ella, sus manos se envuelven en un aura azul y de inmediato les lanza a ambos una onda eléctrica que los deja en el suelo.
— Los echaba de menos. — sonríe Astrid viendo como Steve les lanzaba una bomba a los agentes de HYDRA.
— 8 minutos para la detonación. — la voz de Hill llega a sus comunicadores.
— Estamos en ello. — dice Steve derribando a los últimos enemigos. El rubio cruza su mirada con la de Astrid y ésta le sonríe levemente.
Astrid ve como Steve sube a uno de los helicarriers y ella corre hacia el otro. Ahí, se encuentra con un par de enemigos que intentan acabar con ella pero consigue evadirlos con facilidad.
— ¡Listo! — dice Steve por el auricular. Él, Sam y Astrid debían cambiar las placas de cada una de las tres naves.
— ¿Falcon? — pregunta Hill. — ¿Electra?
— ¡Hecho! — dice Sam.
— Estoy dentro. — responde Astrid corriendo por el pasillo que la llevaba hasta el almacenamiento de las placas. Debajo de ella solo había un suelo de cristal que no le inspiraba mucha confianza.
