Astrid Lane nació en Bulgaria pero no pasaron más de dos días para que sus padres se mudaran a Estados Unidos. Allí, empezaron a trabajar en SHIELD y la pequeña Astrid creció entre las paredes de esa organización, entrenándose desde los trece años p...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Desde que el señor Stark se presentó como Iron Man, el número de personas mejoradas ha aumentado. En el mismo pedido, el número de sucesos destructores del mundo ha aumentado.
— Vis. — Astrid levanta su mirada hacia el androide. — ¿Dices que es nuestra culpa?
— Lo que digo es que puede haber una causalidad. — asiente Vision. — Nuestra fuerza invita al desafío, el desafío incita al conflicto y el conflicto genera catástrofe.
— Tony. — nombra Natasha. — Curiosamente, hoy no nos deleitas con tu palabrería.
— Ya tendrá la decisión tomada. — comenta Steve sin apartar la mirada de su lectura del libro de los Acuerdos.
— Es obvio. — sigue Astrid.
— Que bien me conocéis. — dice Stark irónico mientras se levanta para ir a la cocina. — Tengo un dolor de cabeza, eso me pasa, parejita. ¿Quién tira los restos del café al desagüe? ¿Queréis convertir esto en una pocilga?
Astrid se incorpora en su sitio cuando el millonario deja su teléfono en la mesa y de él sale la foto de un joven chico.
— Por cierto, él es Charles Spencer, un gran chaval. — asegura Tony. — Licenciado en ingeniería informática con sobresaliente. En otoño iba a formar parte de la plantilla de Intel pero primero decidió ver mundo y prestar un servicio. Yo hubiera ido a las Vegas, París o Amsterdam, pero dedicó su verano a construir viviendas sostenibles para los pobres, ¿dónde? En Sokovia. Supongo que quería cambiar el mundo, pero nunca lo sabremos porque lo sepultamos bajo un edificio. Si no somos capaces de rendir cuentas, no somos mejores que los malos.
— Tony. — interrumpe Steve. —Si alguien muere bajo tu responsabilidad, no te rindes.
— Yo no me he rendido.
— Lo haces si no te responsabilizas de tus actos. — rebate el Capitán. — Este documento nos exculpa.
— Steve, afirmar eso es delicado y arrogante. — interviene Rhodes. — Estamos hablando de las Naciones Unidas.
— Lo dirigen personas con planes ocultos y esos planes cambian. — asegura Steve.
— Si, claro. — asiente Tony. — Cuando vi que mis armas eran peligrosas, deje de fabricarlas.
— Eso lo decidiste tú. — dice Steve. — Aquí renuncias a tu derecho de decidir. ¿Y si nos envían a donde no queremos ir? ¿Y si no nos dejan ir a un lugar donde debemos ir? No somos perfectos pero nuestras manos son las más seguras.
— Si no hacemos esto ahora, vendrán más tarde y no será bonito. — asegura Tony.
— Vendrán a por mi. — deduce Wanda.
— Y a por mi. — murmura Astrid sabiendo que el Estado quería investigarla por la participación de sus padres con HYDRA.
