Astrid Lane nació en Bulgaria pero no pasaron más de dos días para que sus padres se mudaran a Estados Unidos. Allí, empezaron a trabajar en SHIELD y la pequeña Astrid creció entre las paredes de esa organización, entrenándose desde los trece años p...
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Wheaton, NUEVA JERSEY
Finalmente, habían llegado a un antiguo campo militar donde Steve había sido entrenado. Dentro de uno de los edificios, consiguen encender las luces y descubren una pequeña oficina antigua de SHIELD.
— Nat. — habla Astrid mientras Steve veía unos cuadros colgados en las paredes. — ¿Crees que puedes romper esto?
Astrid eleva sus manos dejando ver las pulseras que Rumlow le había instalado en las muñecas y las cuales estaban bloqueando sus poderes.
— Puedo intentarlo. — asiente la pelirroja mirando a su amiga. — Aunque no aquí.
Astrid asiente aunque ya estaba empezando a perder la paciencia, extrañaba sus poderes. Ambas se acercan a Steve, quien estaba parado frente a una estantería vacía.
— Si estás trabajando en una oficina secreta... — murmura el rubio antes de mover la estantería a un lado dejando ver un ascensor.
— Puerta secreta. — sonríe Astrid chasqueando la lengua.
Después de teclear unos botones, Natasha consigue hacer funcionar el ascensor y los tres bajan en él hasta una sala con un antiguo ordenador. Astrid introduce el USB en el ordenador y todos sus botones se encienden. Una cámara frente a ellos se mueve y una voz habla desde el aparato.
— Rogers, Steven, nacido en 1918. — dice la voz robótica. — Romanova Alianovna, Natalia, nacida en 1984.
— ¿Qué es esta mierda? — pregunta Astrid.
— Lane, Astrid, nacida en 1988. — sigue diciendo el ordenador. — Es un honor, tus padres fueron grandes socios.
Astrid se paraliza en su sitio ante esas palabras. ¿Qué sabía ese ordenador de sus padres?
— ¿Qué? — Astrid se acerca al aparto. — ¿Socios en qué?
— No hagas caso, As. — Natasha camina hasta su amiga. — Es una grabación.
— No soy una grabación, fräulein. — reniega el ordenador. — Tal vez no soy el hombre que era cuando el Capitán me capturó, pero...
— ¿Conoces a esta cosa? — interrumpe Astrid dirigiendo su mirada al rubio.
— Arnim Zola era un científico alemán que trabajaba para el Cráneo Rojo, lleva años muerto.
— Primera corrección, soy suizo y segunda; mira a tu alrededor, nunca he estado más vivo. — reclama Zola. — En 1972, me diagnosticaron una enfermedad mortal, no pudieron salvar mi cuerpo pero sí mi mente.
— HYDRA murió con el Cráneo Rojo. — asegura Steve.
— Córtale la cabeza y otras dos ocuparán su lugar. — se burla el ordenador. — HYDRA jamás dejó de existir gracias a personas como yo o los padres de esta niñita.
