Devony me devuelve la chaqueta cuando le doy una toalla.
—Gracias —murmura, todavía inquieta en lo que se seca el cabello, la cara y las piernas.
Arrojo la chaqueta mojada sobre el fregadero junto a la corbata que me quito después. Me doy la vuelta, apoyo los codos en la isla de la cocina y hundo la cara en la toalla entre mis manos para ahogar una exclamación.
¿Qué carajo estoy haciendo? Debería haber dejado que se fuera. No soy alguien hospitalario, no tengo idea de cómo tratar a una chica en estas circunstancias, sin contar que no sé exactamente en qué circunstancias se encuentra.
Cuando levanto la vista de nuevo ella está escribiendo en su celular.
—Espero no estés pidiendo un taxi —le suelto. Y ahí voy de nuevo, me encantaría tener claro cuál es mi urgencia de tenerla aquí.
—Estoy poniendo a mi familia al tanto.
—¿Diciéndoles qué exactamente?
—Que me he quedado con una de las chicas. No sabría cómo explicar esto —manifiesta, moviendo la mano alrededor de nosotros.
Asiento.
Devony le da una última sacudida a su cabello, se pone la toalla sobre los hombros y se coloca frente a mí, imitando mi postura sobre la isla. Me mira y me mira, y sé que está pensando en las cosas que dije antes. Yo estoy pensando en las cosas que dije antes, porque aunque una parte de mí estaba al tanto de que algo le pasaba, no tenía idea de con cuanto detalle realmente había notado aquellas cosas, no hasta que su insistencia por llevar esa máscara de serenidad e indiferencia continuó y me hizo soltarle desesperadamente todo lo que sabía.
—Quizá...
—Yo...
Hablamos al mismo tiempo. Nos aguantamos la mirada durante diez segundos hasta que hago un movimiento con la cabeza para indicarle que hable primero.
—Supongo que quieres una explicación.
—Solo si quieres dármela—digo con calma. Dar explicaciones nunca es fácil y tengo la sensación de que le asustan las preguntas.
Sus cejas se alzan un poco, como si le sorprendiera mi respuesta y después mira sus manos entrelazadas. Percibo el ligero temblor de sus pulgares.
—¿Cómo te diste cuenta? —pregunta, todavía sin mirarme.
—Solo soy observador —respondo, cambiando de postura para dejar la toalla a un lado—. Sabía que no lo estabas pasando bien desde antes que me lo dijeras ese día en tu casa. ¿Es esto lo que dijiste que me contarías en algún momento?
Hace una pequeña exhalación antes de mirarme y asentir.
—No me gusta que la gente me vea como alguien débil y quieran cuidar de mí todo el tiempo —confiesa.
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Las inquietudes del corazón ♡
Novela JuvenilLo último que Devony imaginaba que podía pasar sucedió. Como si el estrés que le provocan sus mentiras no fuera suficiente, ahora tendrá que compartir su tiempo con la única persona en el mundo que parece ser inmune a su encanto: Eiden Holt, su apu...