Lo último que Devony imaginaba que podía pasar sucedió.
Como si el estrés que le provocan sus mentiras no fuera suficiente, ahora tendrá que compartir su tiempo con la única persona en el mundo que parece ser inmune a su encanto: Eiden Holt, su apu...
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Ambos salimos de la oficina y caminamos sin decirnos nada pero obviamente molestos hasta los casilleros.
Primero, Collins me había llamado la atención por intentar asistir a la clase de Educación física. ¿Qué se creía que ni siquiera podía hacer estiramientos? No pensaba meterme a luchar o correr como loca detrás de un balón. Solo quería despejarme un poco, pero al parecer mis padres habían dejado sus indicaciones. Luego estaba lo de mi supuesto tutor, maldición, no tenía ningún problema con eso hasta que vi quién sería.
Yo solo quería saber qué había hecho para merecer un día como el de hoy. Había sido demasiado de Eiden, demasiado y no quería pensar en lo que me esperaba.
Azotamos la puerta de los casilleros al mismo tiempo. Él se apoya contra ellos, esperando una explicación de mi parte y yo avanzo unos pasos para acercarme. Está usando solo los pants del uniforme deportivo y una camiseta blanca sencilla; que tenga todos esos músculos nuevos lo hace ver más intimidante.
—Quiero que sepas que yo no he tenido nada que ver en esto —me justifico.
—¿En serio? Si no fueras tan estúpida no tendría que ser tu tutor.
—Y si tú no fueras tan inteligente tampoco tendrías que serlo, es lo mismo, ¿no?
—¡Ah! —gruñe—. No pienso perder mi tiempo contigo.
—Pues lo lamento, ambos perderemos el tiempo el uno con el otro, aunque no lo queramos. Así que mejor nos ponemos de acuerdo.
No tengo ni la más remota idea de como esto irá a funcionar, pero tengo que hacer que funcione.
—Bien, genial. Entonces tú me ayudas con lo del guión y yo a ti en... lo que sea que necesites mi ayuda.
—Eso mismo.
—De acuerdo, pero escúchame bien —dice mientras me señala—. Vamos a pasar mucho tiempo juntos así que lo menos quiero es que comiences a imaginar cosas que no son. ¿Entiendes?
—Ya sé lo que piensas de mí y créeme, jamás volvería a fijarme en ti.
—Estupendo.
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