Lo último que Devony imaginaba que podía pasar sucedió.
Como si el estrés que le provocan sus mentiras no fuera suficiente, ahora tendrá que compartir su tiempo con la única persona en el mundo que parece ser inmune a su encanto: Eiden Holt, su apu...
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Tuve algunas ideas para hacer las cosas bien antes de soltarle a Devony todo lo que tenía para decir.
En primer lugar, debía decirle que tanto Kyle como Jordan ahora estaban al tanto de su secreto, después debía buscar una forma de disculparme por todas las cosas horribles que le había dicho en el pasado y al final, si no llegaba a odiarme y todavía podía sentir algo por mí, le confesaría lo mucho que me gusta y le pediría una oportunidad.
Claramente hacer esa lista en mi cabeza no sirvió de nada porque me dejé llevar por mis impulsos y acabé asustándola. Estaba seguro de que Jordan estaría encantado de traducir unas cuantas groserías para mí porque ya no encontraba otra forma de llamarme.
Después de lo que ocurrió en la biblioteca, decidí darle espacio y no seguirla, mientras intentaba también controlarme. Cada vez me resultaba más difícil estar cerca de ella sin pensar en lo mucho que quería besarla. Era tan fácil perderme en ella que, mientras no podía dejar de mirar su boca, ella se percató de una mancha en mi camisa y comenzó a hacer suposiciones que estaban muy lejos de la realidad.
Al menos, pude rescatar algo de todo eso. Pensar que esa ligera molestia que no pudo ocultar fueron celos me provocó una extraña satisfacción, como si ese gesto hubiera revelado algo que yo estaba desesperado por saber: si todavía podía gustarle como antes.
Y tener esa pequeña discusión después de tanto tiempo me hizo darme cuenta de que siempre me gustó luchar con ella así. Siempre me gustó sacarla de sus casillas, verla defenderse, conseguir que me mirara cuando estábamos en el mismo lugar y recibir esa mirada llena de molestia y desafío después de soltarle un comentario. Porque eso significaba que, aunque ya no me mirara con ojos de cachorro, al menos seguía prestándome atención.
Y ver cómo se pasaba el lápiz por los labios... Lo había visto tantas veces antes, pero fue en ese momento cuando comprendí exactamente eso: que pasaba una cantidad considerable de tiempo observando a la chica que supuestamente no soportaba. Tanto tiempo, que había llegado a reconocer esa manía suya, que ahora me resultaba inexplicablemente tentadora. Tanto, que han pasado dos días desde entonces y todavía estoy luchando por alejar los pensamientos inapropiados que me invadieron.
—Hey —Gwen chasquea los dedos en mi cara, sacándome de mis pensamientos—. ¿Escuchaste algo de lo que dije?
Me resisto a poner los ojos en blanco e intento sonreír, mientras me mantengo relajado sobre el asiento. Estoy en un salón abandonado con ella y los demás, luego de que un mensaje nos llegara a todos para una improvisada reunión con el fin de discutir lo que haremos para el cumpleaños de Devony.
No escuché nada, pero me niego a admitírselo.
—Claro que sí, no estoy sordo.
—¿En serio? Entonces, ¿qué parte tienes en todo el plan?
—Dijiste que yo me las ingeniara para llevarla a la fiesta y todavía no tengo idea de qué hacer, así que mi parte del plan aún no está definida.
Estaba de acuerdo con todo hasta que se nos informó que su cumpleaños es en menos de dos semanas y en serio no sé qué excusa inventar para llevarla hasta un bar karaoke que han decido será el lugar ideal.
