Capítulo 26: Un viejo sentimiento, una completa verdad

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Notita de autor: Para una mejor experiencia al leer este capítulo, ve a refrescar tu memoria releyendo el prólogo.

La primera vez que supe que un trasplante de corazón era una posibilidad le pregunté a mi doctor si cambiar mi corazón cambiaría de alguna manera mis sentimientos

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La primera vez que supe que un trasplante de corazón era una posibilidad le pregunté a mi doctor si cambiar mi corazón cambiaría de alguna manera mis sentimientos. Me sentí estúpida inmediatamente después.

Por supuesto que lo que controlaba mis emociones venía de mi cerebro y no de mi enfermo corazón pero fue difícil concentrarme en lo lógico, pues solo tenía quince años, acababa de enterarme de que el chico que me gustaba me consideraba patética y estaba desesperada por que eso dejara de doler. Como sea, el doctor Danfort esbozó una sonrisa y dijo que un nuevo corazón solo significaba un cuerpo más fuerte.

Asentí, pero eso no me persuadió de pensar diferente. Quería creer que podía ser una nueva persona, una chica más fuerte en todo sentido y sobre todo menos emocional.

Al llegar a casa luego de estar hospitalizada imaginé estar regresando de una intervención donde me habían reprogramado por completo. Ya no quería sentirme mal por el rechazo. No quería dejar de creer en el amor pues sabía que todavía era demasiado joven, así que, en mi imaginación, tomé todos los pensamientos dulces, románticos y suaves sobre chicos, y los guardé en una cajita, enterrándola en lo más profundo de mi mente; no de mi traicionero corazón, para que más adelante, cuando fuera mayor, más estable y menos emocional, pudiera desenterrarla y darle todas esos sentimientos a la persona correcta.

Hasta ahora, poco más de dos años después, era capaz de mantener mi expresión neutra cuando él aparecía y los latidos de mi corazón en calma como cuando dormía.

Entonces pasó todo lo de ayer y sentí que se abría una pequeña grieta en mi mente, y que aquella cajita empezaba a asomarse, queriendo bajar hasta mi corazón.

Y mi corazón, Dios, mi corazón había lanzado una cuerda a su alrededor y amenazaba con tirar de ella en cualquier momento para dejarla entrar mientras me decía que en el fondo había estado esperando por algo así. Mientras insistía en que había sido la mejor cita que jamás tendré. En que me dieron el momento más romántico de mi vida y me aseguraba que no iba a poder sacar de mi mente esa canción, a él cantándola y las cosas que dijo.

Y el maldito estaba ganando porque he estado despierta desde las cinco de la madrugada pensando en todo eso.

Escucho las voces de mis amigas a lo lejos y gruño sacando la almohada debajo de mi cabeza, poniéndola sobre mi cara. Ayer cuando llegué tuve que hacer un esfuerzo enorme para que mi cara no revelara nada de lo que había pasado. Antes me hubiera vuelto loca contándoles todo mientras analizábamos juntas cada detalle; en realidad me estaba muriendo por hacerlo y eso no me convenía. 

A tientas busco mi teléfono y miro la hora. Brennan vendrá a buscarme pronto para la biopsia.

Salgo de la cama, me estiro y comienzo a buscar la ropa para cambiarme. Cuando estoy vestida con un conjunto de sudadera lila, salgo de la habitación para encargarme del resto de mi aseo.

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