Capítulo 27: Lápiz, labial y un hueco en el pecho

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Miro fijamente la entrada del baño mientras Gwen pasa una cinta métrica alrededor de mi cintura

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Miro fijamente la entrada del baño mientras Gwen pasa una cinta métrica alrededor de mi cintura.

—Y... ¿Qué es exactamente lo que debo hacer? No vas a necesitar que modele esto, ¿o sí?

Se le escapa una risita que me toca los nervios.

—Tal vez te pida algunas fotos —dice, ahora midiendo mi cadera—. Tengo que tener listo el catálogo dentro de unos meses y no he avanzado casi nada.

—Estás haciendo muchas cosas.

—Puedo con todo —susurra, concentrada en su tarea pero no me pierdo la leve sombra de agotamiento en su mirada.

Todas las palabras que quiero decirle se acumulan en mi boca mientras la miro. Es esa época del año en la que busca desesperadamente un escape, cuando su necesidad de mantenerse ocupada aumenta y necesita sumergirse en trabajo para no pensar en la ausencia de alguien importante.

—Listo —murmura anotando algo en su teléfono—. Te encantará.

—Claro —Asiento, como si fuera algo que le he pedido cuando sé que lo que sea que esté creando es parte de su proyecto de modas para la universidad—. ¿Qué te pareció el desayuno de ayer? —indago con curiosidad.

Apoyo el trasero contra el mármol blanco de los lavamanos mientras la observo soltar su cabello y acomodarse el uniforme.

—Estuvo bien, no nos quedamos mucho después de que te fuiste.

—¿Y habías estado en su apartamento antes?

—Sí —responde, sin estremecimiento aparente—. Fue culpa de ese gato gordo que tiene.

—Creo que le gustas mucho.

—¿Al gato?

—Sí —Ladeo la cabeza hacia ella—, también al gato.

Gwen no responde de inmediato, el ruido de las risas lejanas del pasillo se cuela  entre las paredes mientras espero por una reacción. Finalmente me mira y se acerca, imitando mi postura.

—No va a pasar, ¿okey? Estoy demasiado ocupada para tener novio.

—¿Eso es lo que él quiere? —La sorpresa en mi voz es evidente.

—No es la clase de chico que pensaba —murmura—. Tiene un apodo para mí y una manera de mirarme que... No es porque solo quiera acostarse conmigo, él... va en serio.

La forma en que lo dice, el ligero temblor en su voz y el jugueteo de sus dedos con el borde de su chaleco me hacen entender que su evasión no tiene nada que ver con estar ocupada. Es más bien por la misma razón por la que buscar estar ocupada.

—¿Qué hay de ti? —pregunta antes de que pueda decirle algo—. No estoy ciega, ¿sabes?

—Claramente hay cosas que eliges no ver, así que se especifica.

Las inquietudes del corazón ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora