Capítulo 23: Reglas inútiles

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Siento la mirada de mamá desde al otro lado de la mesa y si no me he levantado todavía, a pesar de que ya he terminado el desayuno, es porque le estoy dando el tiempo que necesite para que se atreva a preguntarme, y porque me estoy dando el tiempo...

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Siento la mirada de mamá desde al otro lado de la mesa y si no me he levantado todavía, a pesar de que ya he terminado el desayuno, es porque le estoy dando el tiempo que necesite para que se atreva a preguntarme, y porque me estoy dando el tiempo también de encontrar las palabras para exponerle una decisión que he tomado.

—Estás extraño desde ayer —comenta—. ¿Tiene algo que ver con que encontrara algunas de mis cosas en el baño de arriba? —inquiere por fin.

Con lo primero probablemente se refiere al hecho de que cuando llegó y abrió la puerta me desplomé sobre sus pies. Luego de que Devony se fue me deslicé contra la puerta, sentándome en el piso y me quede inmóvil durante muchísimo tiempo, con mis pulmones decidiendo si su presencia era necesaria para respirar o era lo que me quitaba el aliento.

Después de que mamá me ayudó a ponerme de pie, la llevé a la cocina insistiendo que empezáramos a preparar la cena y comencé a picar verduras frenéticamente mientras le preguntaba sobre el trabajo y otras cosas que jamás me habían interesado, solo porque quería tener algo en la cabeza que no fuera ella. Después de haber cenado, me retiré diciéndole que tenía que estudiar y luego me iría a dormir, dejándola con la misma expresión aturdida que tenía hace un momento.

Tratando de ser casual, aflojo el nudo de la corbata y me froto el cuello.

—¿Cómo dices?

—Eiden —exige, arqueando una ceja—. ¿Por qué estaban ahí mis cosas?

Por supuesto no tuve tiempo de regresar todo a su lugar y en realidad no me preocupé por ello, supuse que eso me ayudaría a explicar todo después. No me habría importado que mi madre llegara a casa mientras ella estaba aquí, pero lo último que imaginé fue que Norman apareciera en su lugar.

Cuando vuelve a decir mi nombre, aprieto los labios para detener una sonrisa. Ella sin duda sabe que tuvo que ser una chica. El asunto es, que nunca había traído una chica a casa, y aunque quiere lucir amenazante lo cierto es que está curiosa.

Alice fue mi primera novia pero nunca se la presenté. Ambos solo queríamos una distracción, sabíamos que eso no iba a durar y lo tomamos con calma. Ninguna chica había pisado mi habitación antes, ninguna había tocado mis cosas y cuestionado mis gustos. No había sentido la necesidad de aliviar los cólicos de alguna ni de darle una de mis camisetas para que se la pusiera. Dios, estuve a punto de hacer eso último con ella.

—Estaba ayudando a una amiga —respondo finalmente. Me levanto y me dirijo a la cocina, abro el refrigerador para volver a llenar mi vaso con jugo.

—Claro —dice detrás mío—. ¿Se están cuidando?

—Mamá —rezongo, mirándola.

—Me alegra que te estés divirtiendo de nuevo pero...

—No es eso —interrumpo riéndome, hasta que se pone seria. Ella y Norman siempre tuvieron una insistente necesidad de enseñarme todo lo que implica el sexo, asegurándose de que no apareciera con una novia embarazada, protegiéndome de no cometer su mismo error—. En serio, es Devony. Estaba llevándola a su casa cuando comenzó a llover, no llevábamos cascos y estábamos cerca de aquí.

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