El rey de Auradon soltó un largo suspiro mientras iba manejando.
Ya no tenía idea de lo que tenía que hacer.
Ben : Liv, cariño, no puedes seguir así.
Liv : no fue mi culpa.
Ben : yo sé que no, pero tienes que seguir esforzándote.
La niña que aunque tenía 7 años tenía su carácter se cruzó de brazos.
Liv : lo estoy intentando
Ben decidió no seguí con el tema, la pobre niña no tenía la culpa de haber nacido con magia, lo cual era un caso extraordinario ya que ni su padre ni su madre poseían magia.
La Hada Madrina les explico que era algo más genético, ya que los abuelos de la pequeña princesa había sido hechizados, los restos de la magia permanecían en la sangre, en su ADN, aún que se hubiera roto el hechizo, asi que ahora, Liv la princesa de auradon y futura reina tenía magia.
Al menos esa era la mejor explicación que les había podido dar a los padres.
¡Pero era la décima vez en el año en que Liv rompía una ventana o arrojaba algo a algun compañero que la molestaba o hacia volar algo!
Ben ya había perdido la cuenta de cuántas ventanas había tenido que pagar desde que Liv iba al kinder.
Ben : tu mamá llamo la niña volteo a ver a su padre me preguntó si estarías libre el sábado, quiere salir contigo.
Liv regreso la mirada hacia el frente y todavía con los brazos cruzados dijo.
Liv : la vez pasada no llego
Ben : me prometió que llegaría.
Liv : ¿Abu está en casa?
Ben decidió dejar el tambien.
Ben : si, está haciéndote tu pastel favorito.
Ben en verdad sabía que los accidentes de magia que tenía Liv no eran su culpa, de hecho se avergonzaba mucho de que pasarán, simplemente su magia salía de ella.
Asi que su familia trataba de ser comprensible y paciente con ella con ese tema.
La mayoría lo era.
Ojalá su madre lo hiciera.
Pero era casi imposible que eso pasara ya que tenía una repulsión por la magia tan grande que incluso comprometía la relación que tenía con su propias hija.
Al principio estaba muy emocionada cuando supo de su embarazo, tenían un matrimonio estable, después de años de estar de novios, se amaban muchísimo, todo marcho de maravilla, cuando Liv nació no hubo ningún indicio de magia pero para cuando cumplió el año comenzaron a notar cosas extrañas.
Los juguetes se movían solos cuando Liv estaba cerca o se prendían cuando ella agitaba sus manitas, sus ojos brillaban, había un olor en particular en la habitación cuando eso pasaba.
Era claro que algo pasaba y cuando confirmaron su magia fue una gran sorpresa, para todos, pero Ben lo vió como algo extraordinario, ojalá su madre lo hubiera visto así pero comenzó a tener ciertas actitudes con su hija, dejo de jugar con ella, de darle pecho, de ser tan amorosa con ella, ni siquiera la quería cargar.
Y claro con eso vinieron las paleas entre ellos, los reclamos, Ben podía entender que a ella jamás le gustado la magia, pero su hija la tenía y en lugar de tratar de ser comprensible o de tener tolerancia con eso, ella solo complicaba más las cosas.
Ben comenzó a cuestionarse si podría vivir con eso, su esposa, la madre de su hija ni siquiera quería tomarla de la mano y si lo hacia le costaba mucho trabajo.