La caja

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— Buenos días.

Sentí su mano en el hombro y me despertó.

— Buenos días Thommy.

Aún no me había dado tiempo a abrir los ojos.

— ¿Como que Thommy? Anda cerda despierta que no sabes ni donde estás.

Abrí los ojos. Mierda.

— Ups. Buenos días Newt.

— Estás atontada tía ¿Hay algo que quieras contarme? — Ya solo por el tono lo decía todo. No se descojonó en mi cara por el poco respeto que me tiene.

— Calla anda calla.

Lo sabe, pero lo sabe perfectamente. Seguro que ha notado algo entre Thomas y yo. Segurísimo. No se lo voy a confirmar, que si no después me vacila.

— Bueno, yo venía aquí para decirte que Gally está convencido de que tu “Thommy” — Hizo el gesto de las comillas con los dedos. — es peligroso.

— ¿Todavía? Eso ya lo hablé con él anoche. Voy ahora mismo para allá.

Me levanté y me dirigí a la puerta.

— Túmbate. — Dijo Clint. No tengo ni idea de donde ha salido.

— Yo intenté frenarla, pero se levantó tan rápido que parecía que iba a despegar. — Tu di que si Newtie, no te has movido ni medio centímetro de donde estabas.

Me tumbé y Newt se fue.

— ¿Que tal la noche?

— ¿Qué? — Su pregunta me pilló desprevenida. No es posible que lo sepa.

— Que que tal has dormido. — Aclaró.

— Ahh, si. Bien. Ya no me duele nada y por el momento no tengo síntomas de nada ¿Cuando suelen empezar?

— Pues depende de cada uno.

En verdad hace dos días me picó un lacerador y estoy completamente tranquila. Yo creo que estoy loca o algo. Probablemente me muera y mate o ataque a mis amigos. No puedo estar como si nada.

Vale solo de pensar eso ya me está entrando ansiedad, yo ya no sé porque sobrepienso una mierda.

Terminó de quitarme el vendaje.

— No jodas. — Exclamó sorprendido.

— ¿Qué pasa? — Me estoy muriendo seguro.

Hasta aquí llegué, es el fin de mi vida, un placer conoceros. Me incliné y me miré el abdomen. Casi no hay rastro de la mordida. Parece solo una herida. Es como si me estuviera curando.

— ¿Esto que significa?

— Parece que te estás curando, pero eso nunca había pasado. — Propuso. — Lo mejor será que no estés lejos del claro mucho tiempo. Y que no estés a solas con nadie por si hace efecto y atacas.

No me gusta la idea de no poder estar sola con Thomas, pero prefiero eso a la posibilidad de hacerle daño.

Derrepente se escuchó un ruido.

— ¿Eso es? — Pregunté.

— Es la caja.

— No puede ser, no hace ni una semana.

Fuimos corriendo. Todos los demás que estaban en el consejo también estaban yendo. La caja estaba subiendo.

Llegamos allí y esperamos a que llegara. Newt bajó a abrirla. Siento que algo va mal. Tardó mucho.

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