Es demasiado

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Nos vestimos, salimos de allí y fuimos caminando hasta el claro. Íbamos de la mano. Hablando un poco de todo.

— Eh, Thomas. — Era Gally. — Está anocheciendo. Al hoyo ya.

Mierda. Me había olvidado. La verdad había desconectado completamente de la realidad. Yo también debería irme a dormir. Mañana tenemos que buscar una salida.

Que bien suena. Salir a correr para buscar una salida en lugar de salir a correr por si acaso algún mapa está mal y no quitarles la esperanza a tus amigos.

— Voy. — Dijo Thomas y fue con Gally.

Iba de camino a la cabaña para dormir cuando me encontré con Newt.

— ¿Mucho habéis tardado en volver no? — Vaciló. — Minho lleva casi una hora aquí.

Joder ¿Tanto?

— Thomas y yo fuimos a dar una vuelta.

— Anda Rebe dime la verdad. — Susurró. — Te gusta y le gustas. Y no estabais dando una vuelta.

— Pero ¿Tanto se nota?

Al final se lo tenía que acabar contando, me cuesta ocultar las cosas y más si se trata de Newt.

— Joder si se nota Rebe. Lo notamos todos.

Mi cara está hirviendo. Estoy roja seguro. Me dió la mano y fuimos a sentarnos. Se puso enfrente de mi.

—  A ver, cuéntame. — Dijo

— Vale Newt esto va a sonar muy ñoño. Pero te juro que desde el día que llegó sentí como si lo conociera desde siempre. Nos besamos y es como si ya lo hubiera besado antes. Hace tres años o incluso más.

— Él mismo lo dijo cuando llegó.

— ¿El qué?

— Que se pueden borrar los recuerdos, pero no los sentimientos.

— El tema es que desde que llegó tengo más recuerdos.

Abracé mis rodillas y apoyé la cabeza. Estoy confundida. Newt se quedó sorprendido.

— ¿Qué tipo de recuerdos tienes?

— Recuerdo conversaciones con él. La noche que pasé en el laberinto cuando me picaron tuve muchos deja vus.

— ¿Cómo qué?

— Decirnos que nos queremos. Recuerdo discutir con una mujer rubia sobre no querer formar parte de un experimento. — Miré alrededor. — Pero creo que al final ganó ella. Me dijo que si me los volvía a encontrar no los recordaría. Y yo le dije que Thomas se encargaría de que me acordaba de ambos.

— ¿Y quién es el otro?

— Buena pregunta. Puede ser cualquiera. Tal vez hay alguien recordándome  y echándome de menos, o incluso puede que ese alguien esté aquí y sea cualquiera del laberinto.

— No lo sabremos hasta que no salgamos de aquí.

— O tal vez no lo sabremos nunca. Puede que simplemente sean sueños o alucinaciones que crea mi subconsciente para encontrar una respuesta.

— Ni idea.

— Lo único que sé seguro es que me estoy enamorando de Thomas. No sé si por primera o por segunda vez.

— Yo creo que por segunda.

— ¿Por qué?

— Porque te conozco.

No hablamos más. Yo tengo demasiados pensamientos y no sé explicar ninguno. Es una sensación rara que me estresa. No saber expresamente me estresa, me angustia y me agobia. Quiero llorar porque estoy estresada, pero no tan estresada como para llorar y eso me estresa más. No sé ni lo que siento ni lo que pienso.

Me fui a la cabaña a dormir. Necesito descansar para mañana.

— Hola Teresa ¿Qué tal tu segundo día aquí? No hemos hablado casi nada.

— Sin más. Cuando me levanté y vi que no estabas me asusté.

— Perdón, debería haberte despertado.

— Que va no pasa nada. Me esperaba un día horrible, pero estuve ayudando a plantar unas cosas en el huerto. Después estuve con Chuck, que fue cuando vinisteis vosotros. El resto del día algo aburrido.

— No te voy a mentir. Adaptarse es muy complicado, pero después no es tan malo.

— Estoy segura de que contigo se me va a hacer más fácil.

— Jo pues lo siento, pero mañana tenemos que volver al laberinto. Hemos encontrado una pista, la primera en todo este tiempo. Creemos que podemos salir de aquí pronto.

— Pues ve. Es muchísimo más importante salir de aquí.

— Ya, y si lo conseguimos ya no tendrás que adaptarte.

— Y podemos seguir siendo amigas fuera. Que apenas sabemos nada la una de la otra.

— Ni siquiera lo sabemos de nosotras mismas.

Mientras lo decía se me escapó una lágrima. Es muy triste no saber nada y que lo poco que creo que sé puede ser o no verdad.

Me fijé en Teresa, se había puesto a llorar.

— Ey, ey, ey. — Me senté a su lado y le di la mano. — Saldremos de aquí y la gente que nos ha metido en este sitio nos devolverá los recuerdos.

— O no.

Pobrecita. Está llorando un montón.

— Teresa, vamos a salir de aquí. A recordarlo todo. Me podrás contar toda tu vida y yo a ti la mía.

— Pero ¿y si no me gusta mi vida?

— Pues borrón y cuenta nueva.

— O a lo mejor yo tenía una vida perfecta y nunca la vuelvo a recordar ni vivir.

— Pues la recordarás y seguirás viviendo esa vida tan increíble. Tu tranquila vale.

Le acaricié la cara intentando quitarle las lágrimas.

— Todo va a estar bien muy pronto, te lo prometo. — Intenté animarla.

— Sé que te conozco de dos días, pero te quiero mucho Rebe. Creo que vas a ser una gran amiga para mi.

La abracé fuerte y rompí a llorar.

— Teresa llevo tres años queriendo tener una amiga. Te prometo que voy a hacer lo que sea para que tú estés bien y mantener nuestra amistad.

Las dos estamos llorando muchísimo.

— Rebe vas a encontrar la salida.

— Te lo prometo.

— Y yo te prometo seguirte vayas a donde vayas, porque confío en ti.

Nos abrazamos muy fuerte. Adoro a mis amigos, pero la amistad entre dos mujeres es lo más bonito de este mundo. Mereció la pena estar tres años esperando por alguien así.

Maze loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora