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— ¿Ósea que nos llevan a casa? — Preguntó Thomas.

— A una especie de casa. — Respondió Jackson. — Lo siento, pero no creo que quede mucho del sitio de dónde venís. Tenemos un lugar para vosotros. Un refugio fuera de la quemadura donde CRUEL no podrá volver a encintraros ¿Qué tal os suena eso?

Eché un vistazo global entre los chicos. Coincidí la mirada con Minho, que dudaba. Pues era el que más confiaba en ellos.

— ¿Y por qué nos ayudan? — Preguntó él.

— Dígamos que el mundo exterior se encuentra en una situación bastante complicada. Que podáis sobrevivir a ese virus os convierte en la esperanza para la supervivencia de la humanidad. Desgraciadamente eso también os convierte en objetivos, como supongo que ya os habéis dado cuenta. Al otro lado de esta puerta está el comienzo de vuestras nuevas vidas.

Pasó una tarjeta por un lector y otra puerta metálica se abrió. Daba a un pasillo muy largo de paredes blancas.

— Lo primero es lo primero. Os llevaremos a unas duchas para que podáis asearos.

Había pequeños baños individuales. Abrías la puerta y tenías un perchero para la ropa y otro para la toalla. También un pequeño banco y una cortina que lo separaba de la ducha.

Entré en una y cerré la puerta. Solo llevaba el tanga puesto cuando la puerta se abrió de nuevo.

— Está ocupado. — Informé.

Era Thomas.

— Ya lo sé. Si prefieres me voy.

— Ya sabes que tú puedes quedarte.

Se acercó a mí mientras se quitaba la camiseta. Me empujó hacia la pared y me besó.

— ¿Quieres no? — Me preguntó.

Le desabroché el pantalón y metí la mano dentro.

— ¿Tú qué crees?

Bajé sus pantalones y él los tiró al perchero. Me empezó a besar el cuello y a bajar poco a poco. Besó mi clavícula. Después besó mis senos durante varios segundos. Bajó dando besos por mi abdomen hasta llegar a mi ingle.

Miró hacia arriba con una cara de desesperación y fue la mejor imagen que he visto nunca. Él arrozillado frente a mí deseando hacerme disfrutar como siempre o más. Es impresionante.

Me quitó el tanga lentamente, me separó las piernas. Besó mi muslo izquierdo hasta llegar a mi intimidad. Dió un pico en mi clítoris y repitió el proceso con el muslo derecho.

Me estoy desesperado. Quiero que lo haga ya. Ni me ha tocado y yo ya estoy empapada.

— Thommy.

Dejó de dar besos por mis muslos.

— Dime preciosa.

— Hazlo ya.

Hundió su cara en mi vagina. Lamió y chupó todo de una manera que me encanta. Lo hacía rápido y con una técnica perfecta. Me tiemblan las piernas.

— Thommy déjame sentarme.

Se apartó y me senté en el banco. No tardó nada en volver a devorar. Apoyé las piernas en sus hombros. Lo hace increíblemente bien. Absorbía mi clítoris y lamía todo todo, sin olvidase de nada.

Es simplemente perfecto.

Apartó la cara y me metió un dedo.

Gemí un poquito. Me metió un segundo dedo, haciéndome gemir más.

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