Las puertas

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Se empezaron a escuchar gritos fuera.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Newt.

- No sé. - Respondió Gally. - Thomas seguro que lo sabe.

Salimos todos de la enfermería. Todos estaban corriendo de un lado a otro. Winston pasó enfrente nuestra.

- Oye Winston. - Llamó Thomas. - ¿Qué está pasando?

- Son las puertas, todavía no se cierran.

Joder. Casi todos estaban corriendo hacia allí. Cada uno con una antorcha. Nosotros los seguimos.

Una vez llegamos a las puertas nos quedamos todos callados. Mirando. No sé qué pensaba cada uno. Yo intento buscar algún tipo de solución. No se me ocurre nada.

- ¡Ah!

Todos gritamos. Se escuchó un ruido de lacerador muy fuerte. Y muy cerca.

Se escuchó a muchos cuervos. Estaban al otro lado del laberinto, detrás nuestra. Nos giramos. Salieron volando de ahí.

Se volvió a escuchar un sonido, esta vez más cerca.

- Oye Chuck. - Dijo Thomas. - Ve al consejo y bloquea todas las puertas ¿Vale?

- Winston ve con él. - Dijo Newt.

- Voy, vamos Chuck.

Se fueron corriendo.

- Los que podáis ir a esconderos por el bosque. - Propuso Gally.

- Minho tu busca las armas y trae todas las que encuentres. Nos vemos donde me enseñaste el mapa. - Así me gusta Thomas resolviendo.

- ¿Yo en qué os ayudo? - Preguntó Teresa.

- Ven conmigo y ayúdame. - Respondió Minho.

- De acuerdo. - Se acercó y me dió un beso en la mejilla. - Nos vemos luego.

- Suerte Teresa. - Le dije.

- Rebi, tu y yo vamos a buscar a Alby y llevarle a un lugar seguro.

Teresa se nos quedó mirando antes de ir con Minho.

- Vamos. - Thomas me puso una mano en la cintura para indicarme la dirección.

Teresa se dió la vuelta en seco y corrió siguiendo a su compañero. La miré hasta que se escuchó un ruido en el laberinto. Un lacerador venía hacia nosotros.

- ¡Todo el mundo que se esconda! - Gritó Thomas.

Le agarré la mano. No quiero separarme de él en ningún momento. Ya bastante me agobia alejarme del resto de mis amigos.

Él iba en dirección al bosque.

- Por aquí mejor. - Le susurré.

Le llevé a la cosecha de trigo. Si nos agachamos no nos va a ver. Algunos de los chicos nos siguieron.

- Agachaos, agachaos. - Les dije.

Thomas cubrió mi cuerpo con el suyo, supongo que intentando protegerme. Le di un beso en la mejilla y le agarré fuerte la mano.

Todos nos quedamos en silencio. Se escucharon un par de gritos. Se me salió una lágrima. Creo que más de uno morirá esta noche.

Un brazo de lacerador se metió en el campo. Mierda.

- ¡Zart!

- ¡No!

Gritamos todos. Me levanté para intentar agarrarle la mano o algo, pero Thomas me agarró la cintura y tiró de mí.

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