Chica con carácter

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Aún era de día. Podíamos caminar con calma. Thomas y yo íbamos de la mano. Minho se dió cuenta, creo que no se sorprendió, pero no dijo nada.

Finalmente llegamos. Estaban casi todos en las puertas del laberinto. Supongo que escucharon todos los ruidos y se preocuparon.

— ¿Qué ha pasado? — Preguntó Newt y me abrazó.

— ¿Qué has hecho Thomas? — Como no, Gally tenía que soltar un comentario así.

Seguíamos andando en dirección a

— Hay un nuevo patrón. — Dijo Minho.

— Es como un nuevo pasadizo. — Expliqué. — Se levantaba el suelo, caían las paredes... Fue impresionante.

— Creemos que ese pasadizo nos puede llevar a una salida. — Dijo Thomas.

— ¿De verdad? — Preguntó Newt.

— Si. — Respondió Minho. — Abrimos una puerta, yo nunca la había visto.

— Yo tampoco. — Comenté.

— Puede ser a donde van los laceradores de día. — Propuso Minho.

— Espera, espera ¿Qué? — Chuck sonaba confundido. — ¿Creéis que encontrasteis la casa de los laceradores y queréis entrar?

— Su entrada puede ser nuestra salida. — Le dije.

Thomas y yo seguíamos de la mano. Chuck se puso en el medio de ambos y nos dió una mano a cada uno.

— Si, o podría haber una docena de laceradores que nos maten a todos. — Y Gally sigue y sigue. — La verdad es que Thomas es un irresponsable que no sabe lo que hace.

Thomas soltó a Chuck y se dió la vuelta cara Gally.

— Al menos yo he encontrado algo. — Se defendió él. — Ahora dime ¿Qué has encontrado tú? Te quedas entre estas paredes y no haces nada además de criticar a los que intentamos resolver.

Así me gusta, hombre que resuelve.

— Hay que dejar una cosa clara novato. Tu llevas aquí unos días, yo llevó aquí casi 3 años.

— Vale, llevás aquí 3 años y ¡Sigues aquí, Gally! ¿No te dice nada? Tal vez habría que hacer las cosas de otra manera.

— ¡Ey! — Gritó Teresa. — ¿Ya está no? Llevo dos días aquí y lo único que oigo es a vosotros dos discutir.

Todos se callaron. Me gusta Teresa enfadada, tiene carácter.

— Rebe, — Me señaló. — Minho y Thomas han encontrado una pista y la han seguido. Ahora estamos más cerca de salir gracias a ellos y los otros corredores. Así que Gally. — Se acercó a él. — En vez de enfadarte con ellos deberías estar agradecido.

Le dió la espalda y se dirigió a mi.

— Vámonos. — Susurró.

Me agarró del brazo y nos fuimos a nuestra cabaña.

— ¿Qué tal? — Me preguntó una vez allí.

— Bastante bien la verdad. — Saqué la llave de la mochila. — Creemos que esto es lo que ha abierto el nuevo patrón.

— No, me refiero a qué tal estás tú.

— Ah. Bien. Supongo ¿Y tú?

— Bien, bien.

Me abrazó.

— Eres la mejor. Gracias a ti vamos a salir.

— No, gracias a Minho y Thomas. — Corregí.

— ¿Quién lleva tres años investigando y haciendo mapas del laberinto?

— Minho, yo, Ben... Todos los corredores.

— ¿Y quién mató al lacerador?

— Thomas.

— ¿Thomas? Pensé que habías sido tú.

— Yo estaba inconsciente. Viva gracias a ellos.

— Bueno Rebe, el caso es que has ayudado muchísimo a esto. A salir.

Nos abrazamos. La quiero mucho. Es egoísta, pero me alegro de que la hayan traído aquí.

— Hola.

— Hola Chuck. — Saludé. — Ven aquí.

Abrí los brazos para que se una al abrazo.

— Chicas ¿vosotras creéis que vamos a salir?

— Claro que sí ¿No te das cuenta de que Rebe es la mejor corredora del mundo?

— Rebe, bueno y compañía. — Newt entró, había venido corriendo. — Es Alby.

— ¿Qué le pasa a Alby? — Pregunté preocupada.

— Le han picado. Hace mucho, el mismo día que a ti. — Hizo una pausa para respirar. — No se lo contó a nadie para no preocuparnos, pero ahora está muy mal.

Joder ni me puedo creer que no me lo contara. Me levanté. Los tres fuimos corriendo a la enfermería. Allí estaban Thomas, Jeff, Minho, Clint, Gally y Fritanga.

— Ey, Alby. — Dijo Thomas. — Estamos aquí. Mira ya ha llegado Rebe.

Me puse de rodillas al lado de Thomas. En frente de la cama de Alby.

— ¿Como no nos has contado nada? Te podríamos haber ayudado antes. Pero no te preocupes. Aguanta lo máximo que puedas. Estamos más cerca que nunca de salir.

— Creemos que encontramos la salida del laberinto. Tal vez si salimos alguien te puede proporcionar la cura igual que a Rebe. — Thomas trató de animarle. — ¿Me puedes oir? Vamos a salir.

— No creo. — Habló Alby por fin. —  Nunca nos dejarán. No podemos salir. Lo vi todo.

— ¿Qué has visto? — Preguntó Thomas.

— A ti. — Después hubo un silencio. Todos intercambiamos miradas. — Tu siempre fuiste su favorito. Desde siempre ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué te enviaron aquí?

— Alby ¿Qué dices? — Pregunté.

— Pues está claro lo que ha dicho. — Dijo Gally. — Que yo tenía razón. Que todo esto es culpa de Thomas. Ya antes de entrar en la caja.

— Gally cállate ya. — Es muy pesado.

— No Rebecca, cállate tú. Lo defiendes porque te gusta. Tal vez incluso antes de venir aquí. Tal vez esto también está relacionado contigo.

Me quedé callada. No merece la pena discutir con él ahora mismo. Todo es culpa de Thomas y punto.

— Gally no tienes porqué tener la razón en todo. — Intervino Thomas.

— Puede que no lo recuerdes, pero lo acaba de decir Alby. Esto es culpa tuya y puede que suya también

— Vale ya está bien. — Gritó Teresa. — Deja de meter a Rebe. Ni ella ni Thomas tienen la culpa de nada. Y si tienes algún tipo de problema con él no lo pagues con ella.

Me encanta el carácter de esta chica.

— Exacto. — Dijo Thomas y me dió la mano, aunque nadie nos vió.

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