La maqueta

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— ¿Que le vamos a enseñar? — Pregunté.

Minho me miró y levantó las cejas. Vale es algo que no se puede decir en voz alta. Así que creo que ya sé que es.

— Venga, vamos. — Dijo Minho.

— ¿Puedo ir? — Miré a Chuck y tenía una carita de cachorrito. — Porfi jo.

— No.

— Jo porfi, venga porfi.

— Chuck toma un palo. — Dijo Newt y le dió un palo. — Deja a los mayores que vayan.

Nos levantamos. Thomas me intentó dar la mano pero lo aparté. No quiero aguantar más comentarios. Entramos los tres juntos al bosque. Creo que ya sé que es lo que le va a contar Minho a Thomas.

Se escuchaba a los pájaros de fondo. No lo entiendo. Ellos pueden volar. Nosotros estamos en el laberinto por obligación y ellos entraron por elección. Si yo tuviera alas estoy segura de que ni me acercaría.

— ¿A donde estamos yendo? — Preguntó Thommy.

— Ahora lo verás. — Le respondió Minho.

— ¿Se lo vamos a enseñar? — Quiero saber si es lo que creo.

— Si. — Afirmó.

— Ningún otro corredor lo sabe.

— Pero Thomas tiene que saberlo Rebecca, nos puede ayudar.

— ¿Me lo podéis explicar ya? Nadie nos oye dedde aquí.

— Te lo tenemos que enseñar, no explicar.

Tiene sentido. Es el único que ha encontrado algo. Ni Minho ni yo hemos encontrado pistas. Lo bueno es que conocemos el laberinto mejor que nadie.

Llegamos a la pequeña cabaña que tenemos. Ahí estan todos los mapas del laberinto y la maqueta. Thomas miraba las paredes confundido. Normal, nuestros mapas los entendemos nosotros y de milagro. El pulso de Minho es horroroso.

— ¿Qué es esto? — Preguntó Thomas.

— Planos, mapas... Todo lo que sabemos. — Respondí.

Quité la sábana que cubría la maqueta para enseñársela. Empecé a toser mucho. Tenía un montón de polvo y me dió en toda la cara. Los tres nos apoyamos en la mesa. Thomas está bastante confundido, o al menos lo parece.

— Esto es el laberinto. — Explicó Minho. — Todo completo.

— ¿Como que está completo? ¿No vais todos los días para intentar completar los mapas?

— No nos quedan más mapas por hacer. — Dije. — Hemos recorrido todos y cada uno de los callejones que hay.

— ¿Como que todos? ¿Y la salida?

— Ya hemos recorrido todos los patrones mil veces. — Intervino Minho. — Si hubiera salida ya la habríamos encontrado.

— ¿Pero por qué no se lo habéis dicho a nadie más?

— Lo decidió Alby. — Expliqué. — No les podíamos quitar la esperanza a los demás ¿Como les ibamos a decir que toda su vida la van a pasar aquí? Yo misma me autoconvencía de que habíamos cometido algún error.

— ¿Y quién más lo sabe?

— Alby, Newt y nosotros tres. — Respondí.

Antes lo sabía Ben, pero no quise mencionarlo. Era muy amigo mío y lo hecho de menos, pero para Minho era casi como su hermano. No me puedo imaginar como se sintió al perderlo.

— Y puede que ahora haya una esperanza  — Dijo Minho. Y le pasó el trozo de metal a Thomas. — Vale fíjate aquí. Hace aproximadamente un año empezamos a recorrer estas zonas. Las que tienen números. Hay del uno al ocho. Como ya sabes cada noche el laberinto cambia. Cada día hay abierta una sección diferente. Hoy era la 6, mañana será la 4, después la 8 y la 3.

— El patrón es siempre el mismo. Sigue la misma secuencia.— Expliqué.

— ¿Y que tiene de especial la 7? — Preguntó Thomas.

Me fijé en el coso de metal. Tenía el número 7 en una luz roja. No me había dado cuenta antes.

— Ni idea. — Le respondió Minho. — El día que mataste al lacerador la 7 estaba abierta. Así que puede que el lacerador viniera de allí.

— Mañana vamos a investigar esa zona. — Les dije. — Thomas tu corres con nosotros.

— Vale.

Salimos de la cabaña.

— Mañana hay que salir muy temprano. — Dijo Minho. — Así que nos os durmáis tarde.

No sé porque pero siento que lo dijo con doble sentido.

— Y nos tenemos que organizar bien. Hay que intentar recorrer todo el área 7. Hay que buscar un camino corto e ir deprisa . — Propuse.

— Ya organizaré la ruta. Tu y yo conocemos bien el laberinto, malo será.

— Pues perfecto. — Dijo Thomas.

— Bueno, voy con Alby. — Informó Minho. — Le voy a contar el plan.

— Hasta luego. Ya nos contarás que te dice y más tarde.

Se fue andando, que raro se me hace ver a Minho andando.

— Entonces qué Rebi.

— Qué de qué.

Me fijé en él y su cara lo decía todo. Tenía una sonrisa muy tonta y sus ojos en dirección a mi pecho.

— ¿Tanto lo notan los demás? — Preguntó.

— Teresa me preguntó su primera noche aquí si teníamos algo.

— A mi Chuck ya me hacía bromas a la semana de llegar.

— Oh ¿Por qué bromas?

— Me dijo que tenía buen gusto en mujeres y mal gusto en palos.

— ¿Qué obsesión tenéis con los palos?

De verdad que no entiendo. Son palos no espadas o navajas.

— Somos hombres. No lo entenderías.

— Pues no la verdad ¿Sabes algo que si entiendo de los hombres?

— ¿Qué?

Me acerqué a él. Le agarré la camiseta y lo volví a llevar a dentro de la cabaña.

— ¿Y que quieres hacer aquí dentro Rebecca?

Ya sabe por donde voy. Puse una mano suya en mi culo y otra en mi seno. Mis manos en sus hombros.

— ¿Tu que quieres hacer Thomas?

Me pegó a él. Empecé a sentir algo creciendo contra mi abdomen.

— Creo que ya sé lo que quieres hacer.

La mayor parte del capítulo es una escena tal cual de la película pero incluyendo a Rebe. Supongo que ya os imagináis de que trata el próximo.

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