Sección 7

15 2 0
                                    

Empezamos corriendo a ritmo normal. Poco a poco íbamos aumentando la velocidad. Corríamos muy rápido. Minho iba unos 6 metros delante de mi  y Thomas unos 2 metros detrás.

— Por aquí chicos, rápido no falta mucho para llegar al centro. — Gritó Minho después de una hora de silencio.

Seguimos corriendo. No sé como Thomas aguanta. Me está costando a mi y eso que tengo mucha resistencia.

Pasamos por delante de las secciones 5 y 6, pero no estaban abiertas hoy. Nuestro objetivo era la 7, aunque no se abre hasta la semana que viene queríamos buscar por aquí. Corrimos y corrimos y corrimos. Hasta que llegamos.

Una vez llegamos aquí empezamos a andar en lugar de correr. Así nos podíamos fijar bien en todo.

— Minho.

— Dime.

— ¿No se suponía que está sección se abría dentro de una semana?

Estaba abierta. Mejor porque podemos entrar. Pero es muy raro, hay un motivo y espero que sea bueno.

— Si. — Respondió. No me ha dado una respuesta muy útil.

— ¿Y este sitio que es? — Preguntó Thomas.

— Lo llamamos placas. — Explicó Minho.

Andamos entre ellas unos minutos.

— ¿Qué es eso? — Había una especie de telas rojas en el suelo.

Nos acercamos para verlo mejor. Minho se agachó y agarró una. Rectifico. Era ropa con sangre. La observé mejor. Joder.

— Es de Ben. — Dije. En voz alta suena peor.

— Creo que si. — Dijo Minho. — Tal vez un lacerador lo arrastró hasta aquí.

Nos quedamos callados un rato. Se escuchaba un ruido de fondo.

Thomas agarró a Minho y le quitó el coso de metal de la mochila. El ruido venía de ahí.

— Vamos. — Thomas llevaba el metal en la mano.

Lo seguimos. Cuánto más nos movíamos hacia una dirección más sonaba. Caminábamos entre las placas, cada vez sonaba más rápido.

Llegamos a un cruce. El ruido nos indicaba hacia la derecha. Giramos y entramos al cruce.

— ¿Vosotros ya habíais estado aquí antes? — Preguntó Thomas.

— No. — Respondió Minho.

— La cosa esa debe de ser la llave o algo así. — Propuse.

El lugar era como una especie de túnel. Era grande. Estabamos sobre una plataforma. Me asomé a un lado. Si te caes por ahí no lo cuentas. Está muy alto.

Seguimos andando hasta llegar a la pared del final. El pitido era hasta molesto.

— Joder. — Dijo Minho. — Era un callejón sin salida. Otro más.

Derrepente el sonido paró. Me acerqué a Thomas para examinar bien la "llave". Nos quedamos mirandola. La luz roja se volvió verde.

— ¿Esto que significa?

La respuesta a mi pregunta fue clara. La pared se abrió. Igual que las puertas del laberinto. Al final del todo había un circulo.

— ¿Qué es eso? — Preguntó Minho.

— Ni idea. — Dijo Thomas.

Andamos para acercarnos allí. Era como otro túnel.

— ¡AY! — Grité. — Joder.

Se había escuchado un ruido muy alto. Después sonidos como si un mecanismo se estuviera moviendo.

— ¿Qué ha sido eso? — Preguntó Minho.

Eran como cadenas moviéndose o tuercas girando.

— Tenemos que irnos de aquí. — Dijo Thommy. — Corred corred.

Las paredes que habían subido ahora estaban bajando. Las puertas se cerraban.

— Venga, vamos, vamos. — Gritó Thomas.

Salimos de allí.

— Mierda. — Dije.

Las placas estaban girando. Se cierran poco a poco.

— ¡Tenemos que salir venga! — Exclamó Minho. — O nos quedaremos encerrados aquí otra noche.

Corrimos entre las placas. Se cerraban apenas segundos después de que las cruzaramos. Si reducimos la velocidad un mínimo ya nos quedamos aquí.

Yo voy un par de pasos delante. Quiero asegurarme de que ambos están bien, pero no puedo mirar atrás.

— ¡Rápido chicos! Lo máximo que podáis.

— ¡Thomas corre!

Mierda. Quiero mirar. Quiero esperarle. Joder.

— ¡No te quedes atrás! — Volvió a gritar Minho.

Ya sabía yo que algo iba a pasar. Thomas es muy rápido y tiene resistencia, pero no la costumbre y la constancia de Minho y yo.

Seguí corriendo rápido. Las placas se cerraban tras nosotros.

— ¡Rebe para!

Me giré. Minho había cruzado la misma placa que yo. Thomas no.

— ¡Thommy corre! ¡Lo más rápido posible!

Corre al mismo ritmo al que se cierran las placas. Por tanto no puede cruzarlas. O acelera o no llega.

— ¡Venga tu puedes! — Le gritó Minho.

Corríamos a la vez que él. Pero al otro lado. Estoy muy de los nervios.

Al final Thomas corrió de lado y consiguió cruzar.

— ¡Seguid corriendo no paréis! — Exclamó Minho.

Agarré la mano de Thomas para evitar separarnos. Giramos a la derecha. Ya no hay placas. Estamos en el laberinto normal, pero no podemos parar todavía.

— ¡AHHH! — Grité.

El suelo se está LEVANTANDO literalmente. Nunca pero nunca había visto esto. Nos quedamos quietos del shock. Una vez está completamente vertical la pared empieza a caer hacia nosotros. Mierda.

— ¡Venid por aquí! — Ordenó Minho. — No os deis la vuelta.

Voy algo delante de Thomas. No le he soltado la mano. Así me aseguro de que está bien. Todo se está destrozando detrás nuestra.

— ¡RÁPIDO!

Aceleré y tiré de Thomas. Ya prácticamente alcanzamos a Minho.

— Por aquí. — Dijo él.

Nos metimos por un espacio enano. El suelo se levantaba. Nos podíamos aplastar, pero era la única salida.

Reptamos entre suelo y techo. Tuvimos mucha suerte de llegar a tiempo. Me hice algo de daño al caer, nada grave ni mucho menos.

Respiramos hondo y nos quedamos tirados descansando unos minutos.

— Deberíamos ir yendo. — Propuse. — Aunque sea andando.

Nos levantamos y caminamos dirección al claro. No hablamos mucho, a los tres nos faltaba el aire.

Bueno esta escena es así en la película. Solo he añadido diálogos de Rebecca.

Maze loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora