Después de abrir el libro de las ocho llaves, los chicos aparecen en distintos puntos geográficos; en un lugar distinto cada uno, desconcertados e incomunicados.
A partir de ese momento, tendrán que descubrir cuál es su misión, enfrentando a todo a...
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VALENTINA.
Después de la clase que nos dió Paz, el cuál tocó el tema de los cuatro elementos de la naturaleza y yo sentí que fue para reflexionar, con todas las chicas fuimos al beauty center de Esperanza para charlar.
Todo iba bien hasta que, de pronto, Cari entró con lágrimas en los ojos. Se sentó en el sofá circular de aquel lugar y recostó su cabeza.
—El gaucho sotreta me dejó— reveló.
Todas nos recostamos junto a ella.
—¡¿Qué?!— preguntamos, sorprendidas.
—Sí— sollozó —Sí, largó la rienda para meterme la guampa sin culpa.
Negué —Ah, pero es un tarado.
¡¿Cómo se atrevía a dejarla?!
—Es el viaje en el tiempo— comentó Melody —Les pegó mal a todos. ¡Sebastián está hecho un tarado! Un tarado mal— se quejó.
—Ay, gordi, capaz que recién se avivó, viste— Tefi, sin tacto, le dijo.
—¡Ustedes los tienen que avivar a golpes chicas!— Mar sugirió —Yo, por ejemplo, a mi peladito lo- lo tengo cortito cortito.
La miré —¿Segura?
—¿Por qué me preguntás eso?— ella me miró muy preocupada —¿Sabés algo que yo no?
Me encogí de hombros —Solo preguntaba.
Caridad lloriqueó —¡Me quiero ir a mi casa!
—Ay, Charity, estamos en casa— Tefi contestó.
—¡No!— se quejó esta.
—Técnicamente, sí— comenté —¡Pero también me quiero ir a mi casa! Esta no es mi casa, chicas, esta no es mi realidad.
¿Iba a pasar mi cumpleaños lejos de mis padres?
Tefi suspiró —Yo quiero ser una chica normal.
—Bueno, gato, ahí estás un poco jodida.
Mar y yo reímos, chocando los cinco con Valeria y Tefi nos miró con una expresión ofendida.
—¡No quiero viajes al futuro, ni nada de esas cosas locas!— añadió Tefi.
—Todo por culpa de ese libro— Melody habló y yo asentí —¡Extraño a mi mamá!
Algunas de las chicas sollozaron mientras otras no hicimos más que suspirar con tristeza, extrañando, con desesperación, nuestros hogares.
—¡Tías!— exclamó alguien, de pronto.
Todas levantamos la vista, encontrando a Hope en un lado, observándonos con una sonrisa.
—¿Chicas?— río —Whatever. ¡No hay tal crisis! Sí, dale, dale, dale— nos alentó, pero ninguna hizo un movimiento —¿No?
