Después de abrir el libro de las ocho llaves, los chicos aparecen en distintos puntos geográficos; en un lugar distinto cada uno, desconcertados e incomunicados.
A partir de ese momento, tendrán que descubrir cuál es su misión, enfrentando a todo a...
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VALENTINA.
Me crucé de brazos, enojada.
—¿Sí? ¡Pues vete con tu amigo si no me crees! Soy mejor que todo esto, tarado— lo empujé del pecho, causando que retrocediera —¡Cortamos!
Simón entreabrió la boca, sorprendido, pero no lo escuché objetar, lo cual me hizo enojar más.
—Bueno, dale— aceptó —Vos por tu lado, yo por el mío, ¿estamos? ¡Hacé lo que quieras que ya no me importa nada!
Apreté los labios —¡Bueno!
—¡Bueno!
—¡Perfecto!
—¡Perfecto!
Escuché un carraspeo —Eh, chicos, mejor no-
—¡Eres un idiota!— exclamé.
—¡Y vos una histérica!— exclamó Simón.
Puse los ojos en blanco y me alejé. ¿Histérica? ¿Él me decía histérica a mí? ¡No me creía y me estaba culpado de algo que no pasó! ¡Tarado! ¡Idiota! ¡Se iba a arrepentir de dejarme! Bueno, técnicamente, quien lo dejó fui yo, ¡pero no dijo nada!
—Idiota— murmuré.
Agarré un pote de helado de la heladera, sin poder ocultar mi expresión de tristeza, y me dirigí a paso lento hacia la sala para desplomarme sobre el sofá. Un par de segundos después, tres personas más se sumaron y todas con las mismas expresiones y sus respectivos helados.
Mar, Tefi y Vale suspiraron.
—¿Te peleaste con mi hermano?— pregunté.
Mar me miró —¿Yo?
Asentí, no podía encontrarle otro motivo para que esté así de mal y triste.
—Sí, pero mejor porque no era para mí— contestó, fingiendo desinterés, pero luego se quejó —Ay— la realidad la golpeó —Fundí biela mal, chicas. ¿Vos? ¿Te peleaste con el payasito?
Miré al frente. ¿Por dónde comenzaba? Todo mal. Toda la alegría de antes se me había esfumado sin poder evitarlo y todo por un malentendido.
Regresé la mirada a las chicas que me miraban de manera atenta y curiosas por saber qué pasó entre Simón y yo. ¿Cómo se los explicaba? No, mejor no daba explicaciones porque podría entenderse mal.
—Digamos que... pasó algo, pero... no importa, no pasa nada— mentí y luego miré a Vale —¿Y tú con Rama?— pregunté.
—La peor— contestó, bajoneada.
—¿Chicas, les puedo decir algo?— Tefi habló y nos miró —¡Nos vamos a quedar solas para siempre es obvio!— lloriqueó.
