"Festival"

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Volví a despertar al mediodía luego de haber vuelto de mi encuentro con Mansherry. Ace había hecho caso omiso a mi petición de que me dejara dormir tranquila ya que se encontraba a mi lado descansando cómodamente con su brazo encima de la sábana sobre mí.

Podía entender que estuviera preocupado... pero no me daba mucho espacio personal ni paz a mi corazón.

—Ace, hey, despierta.

Presionó su brazo atrayéndome a él mientras abría los ojos somnoliento. —¿Qué?

—¿Podrías darme más espacio?

—Lo siento. —dice pero no parece avergonzado. Voltea y continúa durmiendo.

De verdad que le gusta dormir. Traté de salir de la cama con todas mis fuerzas ya que el dolor de la práctica se hizo presente como esperaba.

Me arrastré al mismo restaurante y repetí las mismas comidas. Ya tenía el primer barril lleno lo cual me había subido bastante el ánimo. Sólo faltaba uno más.

¡Uno más y lo urgente estaría hecho!

—Buenos días —dice un chico sentándose al frente mío. Era bastante alto, rubio y de ojos marrones. Tenia un poco de pecas y parecía muy confiado en sí mismo. Era guapo... y se notaba que lo sabía.

Me sentí incomoda al instante.

—Disculpa... ¿te conozco?

—No, pero te he visto ayer aquí. ¿Hoy también esperas a tu novio?

¿Por qué me tocaba hoy un tipo atrevido en mi día bueno?

—Lo siento pero me estás molestando.

Sonríe —No era mi intención. Sólo sería una lástima que estuvieras aquí sola.

Toda mi vida estuve sola, no necesito su compañía. Resoplé.

—No necesito compañía. —sonreí.

Teniendo en cuenta lo de ayer, Ace no tardaría en llegar.

—Vamos. ¿Aunque te invite lo que quieras? ¿Prefieres un postre?

Lo ignoré y seguí comiendo. Apoyó su mentón sobre sus manos.

—Es de mala educación poner los codos sobre la mesa —dije y me maldije por darle conversación.

—Oh, lo siento. Pensé que no te importaría. ¿Eres una noble o algo?

—Sólo es educación —ya deja de hablarle.

—¿Quieres decirme que no tengo educación?

—Te corregí sólo en eso, no seas tan sensible. Supéralo.

Pude ver que lo molestó. Maldición. Era costumbre mía hablarle mal a los que me intentaran ligar.
En One Piece parecía que todos eran muy temperamentales.

—¿Qué podría saber una mujer como tú?

—Más que tú al parecer. — al diablo, no lo soportaba más.

Me pareció que iba todo a camara lenta. Lo vi ponerse de pie y sujetarme del brazo, haciéndome inclinar sobre la mesa. Hice una mueca por el cuerpo adolorido.
¿Y este quién se creía para tratarme así?

—Suéltame imbécil.

La gente comenzaba a cuchichear a nuestro alrededor pero nadie se acercaba a hacer algo. Me solté de su alargue y me alejé de la mesa. Fui directo a la barra a solicitar mi cuenta.

Cambiaré tu destino - Portgas D. AceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora