"Samerah"

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Observamos la isla acercándose emocionados. Tal y como nos había dicho Ace, estabamos llegando a Samerah.

Al contrario de lo que creía la isla parecía bastante moderna. No había muchos barcos atracados.
Me recordó un poco a Water 7 por todo el concreto a la vista, excepto por el gigantesco árbol en el centro de la isla y los distintivos edificios circulares que eran algo novedoso que jamás había visto. Como anillos uno encima de otro, achatados. Pensé que habría más verde pero no al parecer excepto ese árbol gigante.

—Se ven muy modernos. — comento. — Y raros.

Ace pasó su brazo por mis hombros. —Ustedes quédense en el barco a organizar lo que bajaremos. Aloise y yo iremos. Será mejor que ella de una vuelta para que examine la isla.

—Suenas como si yo fuera un perro rastreador.

Me sacude un poco —Pues debes registrar la isla para saltar ¿no?

El puerto era muy tranquilo a pesar del ruido del viento azotando. No había mucho movimiento. A diferencia de Alabasta o Dressrosa, había un silencio cómodo alrededor. Eso sí, estaba abarrotada de gente pero todos iban con paso tranquilo y sonriendo. Hasta los niños jugaban pasivamente.

Ace atracó el barco y se acercó a mí para ponernos en marcha.

—Ponte una remera y quítate el sombrero. —le dije y me obedeció rápidamente.

—Hecho. — dice levantándome y saltando al muelle. Me baja con cuidado.

—¿Qué dices de teñirte de rubio Ace?

Me miró confundido —¿Qué?

—Creo que un plus más para pasar desapercibido no está mal.

—Me da igual. — me toma de la mano. — Vamos.

A la vez que nos vamos adentrando más a la ciudad la esencia de hierbas se hace más presente, con un ligero toque a medicina. Me sentí transportar a los pasillos de un hospital.
A pesar de ello, no era desagradable. Se podía percibir perfumes o el olor de productos de limpieza. Era bastante extraño.
No había nada en las calles. Para todo era necesario ingresar al local para ver sus productos. Algunos tenían un patio en frente con sillas y mesas antes de poder ingresar al comercio.
Ni un solo cartel o silla era puesto fuera de los edificios, todo estaba dentro.

Ace no lo soportó y se llevó la mano a la nariz.

—Son demasiados olores mezclados.

—Quizás sea esta calle, vayamos a otra paralela.

Cuando giramos en una esquina el olor disminuyó. Tomando la calle paralela a la que estabamos, esta vez se podían registrar—

—¿Qué es eso? Huele a carne asada. — Ace se detuvo a respirar hondo. — Hay otras cosas. Esta es nuestra calle.

Le puse los ojos en blanco. —¿Cómo es que es tan drástico el cambio?

— Debe ser por el aire. Al parecer viene de adentro para fuera de la isla.

Eso tenía sentido. Seguimos caminando para adentro y podíamos ver, a lo lejos, que en un punto ya terminaban las casas y empezaban los hospitales. Veo a alguien acercarse a nosotros con una silueta rara hasta que por fin veo que posee una máscara.

Cambiaré tu destino - Portgas D. AceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora